viernes, 1 de septiembre de 2017

Amor benevolentiae

Del libro de Robert Spaemann LO NATURAL Y LO RACIONAL. ENSAYOS DE ANTROPOLOGÍA. Título original: Das Natürliche und das Vernünftige. Aufsatze zur Anthropologie, Piper, München-Zürich, 1987. Traducción: Daniel Innerarity y Javier Olmo. Cuarto ensayo: Lo natural y lo racional. Último fragmento.

Voluntad que se sobrepone al impulso

Robert Spaemann
De hecho no podemos pensar en absoluto algo real por naturaleza que no esté constituido por un momento de interioridad y, por ello, de totalidad e infinitud. Por eso el imperativo de la razón pura práctica sólo se puede concebir así: "obra de tal modo que no uses la naturaleza, ni en tu persona ni en las de los otros seres racionales nunca sólo como medio, sino siempre al mismo tiempo también como fin". Sólo en este imperativo se manifiesta el hombre como más que naturaleza. Pues sólo en este imperativo sobrepasa la mera solidaridad de la especie, solidaridad que tiene en común con todo lo viviente.

Pero precisamente ahí se demuestra a sí mismo el más alto respeto. También podemos quedarnos en el estado del mero amor concupiscentiae. Entonces nos amamos porque nos importamos, nos gustamos, nos deseamos. El sujeto de esta apreciación de valor permanece ahí completamente oculto, mera naturaleza no desvelada. El hombre es valioso para el hombre, para sí mismo o para otros hombres.


Visto desde aquí no se puede ofrecer un argumento racional contra el asesinato sin dolor y sin efectos previos de un hombre sin familia. Y menos todavía un argumento contra la extinción de la humanidad entera. Pues con ella desaparecería también el sujeto para el cual poseen los hombres un valor. El hecho de que el hombre no tenga valor sino dignidad, como dice Kant, significa que su existencia, la existencia de un "ser-para-sí", es buena en sí misma como representación de lo incondicionado.

Si el hombre se ama racionalmente a sí mismo, entonces no se ama sólo -como creyó Schopenhauer- con un ciego amor concupiscentiae que le hace depender de la existencia tanto como de otros bienes, con lo que, como ser racional, puede lamentar su existencia junto con la dependencia de ella. Así dice Tolkien del poseedor malo del anillo fatal: "Odiaba el anillo y lo amaba, porque se odiaba y se amaba a sí mismo. No podía librarse de él. Ya no tenía voluntad en ese asunto." * Ésta es la descripción del amor concupiscentiae.


El amor, en el sentido del amor benevolentiae, tanto hacia otros como hacia nosotros mismos, no depende del impulso, sino que es libre. Sólo para él llega a ser la realidad real en su pleno sentido, la realidad del otro tanto como la nuestra propia. Este llegar a ser real precede a todo deber. Es, para Platón, la salida de la caverna a la realidad **. El amor benevolentiae es lo racional en el sentido pleno... Respecto de él, respecto del amor benevolentiae, vale lo que dice Aristóteles del sabio: "Es el que más se ama a sí mismo". Esto no quiere decir que se ame a sí mismo más de lo que ama a los otros, sino que se ama más de lo que los otros -a saber, los irracionales- se pueden amar a si mismos.

*Cita de El señor de los anillos:
-Tendrás que empezar a entender, Frodo, después de todo lo que has oído -respondió Gandalf -. Lo odiaba y lo amaba, como se odiaba y se amaba a sí mismo. No podía deshacerse de él, pues no era ya cuestión de voluntad.

**Mito de la caverna: Se trata de una explicación metafórica, realizada por el filósofo griego Platón al principio del VII libro de la República, sobre la situación en que se encuentra el ser humano respecto del conocimiento.3​ En ella, Platón explica su teoría de cómo podemos captar la existencia de los dos mundos: el mundo sensible (conocido a través de los sentidos) y el mundo inteligible (sólo alcanzable mediante el uso exclusivo de la razón). (es.wikipedia.org/wiki/Alegor%C3%ADa_de_la_caverna). 
Relato: www.webdianoia.com/platon/textos/platon_caverna.htm