jueves, 15 de junio de 2017

Dignidad sometida a la ciencia

Del libro de Robert Spaemann LO NATURAL Y LO RACIONAL. ENSAYOS DE ANTROPOLOGÍA. Título original: Das Natürliche und das Vernünftige. Aufsatze zur Anthropologie, Piper, München-Zürich, 1987. Traducción: Daniel Innerarity y Javier Olmo. Tercer ensayo: Sobre el concepto de dignidad humana. Último fragmento

Experimentos con el ser humano

Quiero aclarar con dos ejemplos a qué viene todo esto: uno cotidiano y otro radicalmente utópico.

El cotidiano: es característico de la civilización científico-tecnológica el que, por un lado, suprime el trabajo corporal pesado, pero por otro, despoja a muchas acciones humanas de su estructura inmanente de sentido y con ello de la posibilidad de que comparezca en ellas la dignidad humana. La división de los procesos de producción en pequeñas unidades -cada una de las cuales carece de una forma significativa- ha convertido el concepto de dignidad del trabajo en algo muy abstracto.

Y los astronautas, instalados en el pequeño espacio de un aparato sofisticado y forzados a moverse en un medio que está muy lejos del nicho ecológico en el que se ha desarrollado el cuerpo humano, simbolizan la emancipación colectiva de la humanidad de sus condiciones naturales de origen pero, sin duda, pueden representar menos dignidad que un beduino en su tienda junto a los suyos. El poder humano que en este ejemplo se realiza es esencialmente colectivo. La dignidad, por el contrario, está vinculada estrictamente a la persona individual.

Pero para mostrar lo que en último término está en juego, ofrezco un ejemplo que es deliberadamente utópico y extremo, pero que expresa la tendencia de la que estoy hablando. Imaginemos un mundo en el que se ha conseguido asegurar progresivamente la reproducción artificial de la humanidad. Sobre todo, se ha conseguido que los medios para la reproducción de los hombres estén centralizados y que la coordinación de sus comportamientos no represente ya ningún problema. Los hombres son "engendrados" en probetas, crecen en un útero artificial y, cuando han alcanzado un cierto estado de crecimiento, se cogen las cabezas, se depositan en una solución alimenticia y se les inserta un cable al cerebro. Por medio de ese cable se les transmiten determinados impulsos que producen en la conciencia una euforia permanente. Subjetivamente, esas "res cogitantes" están completamente a gusto. No echan de menos ningún respeto a su dignidad, no son conscientes en absoluto de esa carencia.

Algunos científicos consideran justificado este sistema. Sólo ellos son aún "hombres" en el sentido tradicional, pero, por haberse emancipado de su "tao" * integral -como lo ha llamado Lewis- tampoco lo son realmente. Saben que aquello que les incita a producir euforia en vez de dolor es un prejuicio convencional, por lo que podrían también producir a su antojo dolor o desesperación, para los fines de su investigación o para el propio divertimento. Y son también los que deciden sobre la vida de una cabeza. Es de desear que esta horrible utopía quede para siempre como mera utopía.

La protesta contra esa des-dignificación cientificista del hombre es proporcional al incremento de su amenaza. La defensa de estructuras libres de interacción se organiza frente al control científico. Pero por el momento es un sentimiento difuso el que aquí se revela y defiende una anarquía elemental, como por ejemplo, en lo que se refiere a la protección de los datos personales. Debido a que realmente no se sabe con exactitud qué se ha de defender y contra quién, esta defensa adquiere frecuentemente una forma incluso irracional, como en la protesta contra el censo de la población. Esto conduce, a su vez, a que la protesta misma sea objetivada científicamente y se transforme en un problema de producción de "aceptación", lo que neutraliza de nuevo el ethos como medio general de entendimiento y lo sustituye por la Psicología social. Pero la idea de dignidad es fundamentalmente ética y cuestiona por principio toda objetivación científica.

Esto no significa que deba suprimirse toda reflexión teórica. De ser así, la idea de dignidad humana quedaría impotente, a expensas de la objetivación científica, y sólo podría oponer una rebeldía fanática. Esta rebeldía sería encomiable, pero también una expresión de impotencia y de un déficit de fundamentación. En cualquier caso, la idea de dignidad humana encuentra su fundamentación teórica y su inviolabilidad en una ontología metafísica, es decir, en una filosofía de lo absoluto. Por eso el ateísmo despoja a la idea de dignidad humana de fundamentación y, con ello, de la posibilidad de autoafirmación teórica en una civilización.

No es casualidad que tanto Nietzsche como Marx hayan caracterizado la dignidad sólo como algo que debe ser construido y no como algo que debe ser respetado. La presencia de la idea de lo absoluto en una sociedad es una condición necesaria -aunque no suficiente- para que sea reconocida la incondicionalidad de la dignidad de esa representación de lo absoluto que es el hombre. Para ello se necesitan más condiciones y, entre ellas, una codificación jurídica. Una civilización científica -debido a su propia amenaza inmanente- necesita esa codificación más que cualquier otra.

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El taoísmo es un sistema de filosofía de vida basado primordialmente en el Tao Te King que la tradición atribuye al filósofo chino Lao Tsé. Sus enseñanzas parten del concepto de unidad absoluta y al mismo tiempo mutable denominado Tao, que conforma la realidad suprema y el principio cosmológico y ontológico de todas las cosas.
La palabra china 道 tao (o dao, dependiendo de la romanización que se use), suele traducirse por ‘vía’ o ‘camino’, aunque tiene innumerables matices en la filosofía y las religiones populares chinas. (https://es.wikipedia.org/wiki/Tao%C3%ADsmo)

sábado, 10 de junio de 2017

Dignidad amenazada por la objetivación

Del libro de Robert Spaemann LO NATURAL Y LO RACIONAL. ENSAYOS DE ANTROPOLOGÍA. Título original: Das Natürliche und das Vernünftige. Aufsatze zur Anthropologie, Piper, München-Zürich, 1987. Traducción: Daniel Innerarity y Javier Olmo. Tercer ensayo: Sobre el concepto de dignidad humana.

Antropocentrismo

Voy a referirme ahora a una última cuestión. Quisiera defender la siguiente tesis: la civilización moderna representa para la dignidad humana una amenaza como nunca había existido anteriormente.

Antiguas civilizaciones ignoraron la dignidad humana de hombres concretos o de grupos humanos. La civilización moderna ha conseguido extender la idea de unas condiciones mínimas e iguales para todos en lo que a los derechos se refiere. Pero esta civilización encierra, no obstante, una poderosa tendencia a la completa eliminación de la idea misma de dignidad. Y a partir de un motivo que se pone de manifiesto en el ejemplo de la reproducción artificial.

Resultado de imagen de res extensaEl poder principal de la civilización moderna es un tipo de ciencia, el tipo cartesiano. Característico de esta ciencia es la reducción de los objetos a su objetividad, la exclusión de todo parecido de la res extensa con la res cogitans, la prohibición del antropomorfismo * en favor de un antropocentrismo radical *. Con ello se ha elevado el dominio del hombre sobre la naturaleza a una dimensión asombrosa. La idea de que esto significa una liberación para el hombre presupone en cualquier caso que el hombre no pertenece a la naturaleza. Pero entre tanto la objetivación científica ha reducido al hombre a un ser natural. Y de este modo ha incumplido la prohibición del antropomorfismo. El hombre mismo se ha convertido en un antropomorfismo.

La consideración humana del hombre es acientífica y tiene en todo caso un valor heurístico *. La Antropología biológica, la Psicología, la Sociología sólo pueden explicar el arte, la moralidad, la religión e incluso la ciencia misma desde el punto de vista de estrategias de supervivencia. Para ellas, como ha señalado el célebre psicólogo Skinner, una idea arcaica como la de dignidad es un estorbo. En un mundo que ve su único fin en organizar lo más científicamente posible el bienestar subjetivo, es una idea inútil la que llama la atención sobre el vínculo que une a la ciencia con los objetos de su manipulación. Sobre algo así, por ejemplo, como un ethos general. El ethos mismo se convierte en un objeto variable desde el punto de vista intencional o sistémico-funcional.


La ciencia como ciencia no tiene ningún ethos. Pero si el ethos que el científico tiene se hace objeto para la ciencia, esto significa su radical desvinculación respecto de aquel medio humano que es condición de lo que llamamos dignidad. Nadie lo ha descrito tan expresivamente como C.S.Lewis en las tres conferencias que fueron publicadas en 1943 en un pequeño libro titulado "The abolition of man". Por algo ha reconocido Skinner a Lewis como el enemigo más importante de un mundo pensado a la manera de la Skinner-Box.


Antropomorfismo:
Atribución de forma o cualidades humanas a lo que no es humano, en especial a divinidades, animales o cosas. 
Antropocentrismo
Concepción filosófica que considera al ser humano como centro de todas las cosas y el fin absoluto de la creación.
Heurístico
Búsqueda o investigación de documentos o fuentes históricas
Arte de inventar o descubrir