sábado, 4 de noviembre de 2017

Responsabilidad por la vida

Robert Spaemann: Discurso de Laudatio por la concesión del Premio de la Paz de los Editores Alemanes en su edición de 1987 al filósofo alemán Hans Jonas. Publicado en la Revista Nuestro Tiempo, número 238, año 1988 con el título  UNA ÉTICA CONTRA LA CIENCIA FICCIÓNTraducción: Daniel Innerarity.

Unidad individible de los seres vivos

(continuación)

La amenaza que supone para la vida la civilización científico-tecnológica no estriba únicamente en determinados abusos. Tiene algo que ver con un determinado tipo de ciencia y de técnica. Lo específico de la ciencia moderna es la objetivación radical del mundo. Se trataba -como dijo Descartes- de hacer a los hombres dueños y señores de la naturaleza. Dicha objetivación -fuente insustituible de conocimiento e instrumento irrenunciable para la autoafirmación del hombre- no se detiene tampoco frente al hombre mismo y frente a la vida en su totalidad.

Descartes había dividido el mundo en subjetividad, por un lado, y materia, por otro. Con ello había eliminado consecuentemente el concepto de vida como mediación específica entre el pensamiento y la materia. La vida no humana es para él sólo materia. Los animales no son otra cosa que máquinas. La biología moderna se ha organizado en el marco de la nueva ciencia materialista de la naturaleza. Su preocupación no es comprender sino reconstruir la vida, es decir, formular una teoría para la simulación técnica de la vida; una madre, por ejemplo, -cito a un célebre autor- es «como una máquina programada de tal modo que tiene un poder estable para obtener copias del gen propio». * En su extraordinario libro Organismo y libertad, planeado ya durante la guerra, ha puesto Jonas de manifiesto el absurdo total del intento de reconstruirnos a nosotros mismos, nuestros sentimientos y nuestro pensamiento.


Jonas no postula otra ciencia de la naturaleza. La ciencia natural no puede ser distinta de la que hay. Por su propia constitución es materialista. Pero no podemos intentar entendernos a nosotros mismos como los sujetos de esa ciencia. En sus lúcidos análisis, Jonas ha formulado la unidad indivisible de los seres vivos, la unidad de lo interior y lo exterior, y se ha acreditado -mucho antes de que apareciera El principio responsabilidad- como defensor teórico de la normalidad de la vida. Por eso forma parte de los renovadores más importantes de la filosofía de la naturaleza, que no reducen la reflexión sobre la naturaleza a la metodología de las ciencias exactas. Mientras tanto, muchos le han seguido por ese camino. Lo que nos enseña no es nada inaudito. Nos enseña que aquello que todos sabemos no puede ser sustituido por la ciencia ficción.

La reconstrucción científica de la vida consciente es ciencia ficción. Pero sólo puede haber responsabilidad por la vida si la vida es una realidad indivisible. La relación entre la supresión teórica del hombre y la supresión que amenaza físicamente está muy lejos de ser casual. Y tampoco es casual la relación entre los dos libros sistemáticos más importantes de Hans Jonas.

La defensa que Hans Jonas hace de esa normalidad que llamamos vida no tiene nada que ver con el vitalismo de los años treinta, ni con aquel libro fetal que entendía el espíritu como opuesto al alma **, es decir, que pretendía denunciar a la vida. Jonas es, por el contrario, un defensor de la racionalidad. No puede ser irracional poner en primer lugar las condiciones para la supervivencia de los seres racionales sobre la tierra. Y tampoco puede ser irracional defender a la razón misma y a sus pretensiones de alcanzar la verdad contra su desenmascaramiento cientificista. En este sentido, Jonas ha sido siempre un intelectualista. Su crítica al cientificismo es una crítica a una concepción reducida y atrofiada de la razón. Sólo por medio de la razón llega la vida a su plenitud. Claramente lo ha expresado Jonas en su trabajo sobre la gnosis antigua que le proporcionó la cima en el mundo de la cultura. En ese trabajo critica a la gente que se asombra cuando el místico comienza a pensar. Jonas escribe: «como sí el pensamiento mismo no fuese una acción mística (hasta el éxtasis). El intelecto puede ser un órgano místico... así al menos pensaban los antiguos. Sin duda, la convicción fundamental de los antiguos -desde Platón-i no está al alcance de la sofística moderna: que el pensamiento es el acceso al ser y, además, el auténtico acceso al auténtico ser. Y que en el pensamiento el ser es verdaderamente alcanzado».

* frase de Richard Dawkins
**Bhagavad Gita: texto sagrado hinduista

(continúa)

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