Querer mejorar requiere reconocer insuficiencias
Hay personas que tienen más perspicacia que otras; en alguna circunstancia, deben dar a los demás un buen consejo. Otras tienen un sentido muy bien educado de los valores, y lo que quizás a otras no se les puede reprochar, ellas no pueden hacerlo u omitirlo sin incurrir en falta. Hay quienes, sin que nadie les obligue a ello, deben tomar la responsabilidad de otros, por la única razón de que ellos ven lo que los demás no alcanzan a ver.
(continuación)
Siempre se le objeta al cristianismo el haber inculcado a los hombres el sentimiento de culpa. Esto es tan verdadero como falso. La verdad es que el cristianismo ha acrecentado el sentido de los valores, nos ha hecho más perspicaces para la realidad, y con ello ha limitado naturalmente las posibilidades de hacer algo injusto, o de omitir, sin culpa, algo bueno. Donde hay más luz, se destacan también más claramente las sombras. Todos rechazamos las sombras. “Nadie es justo sino sólo Dios” (1), se dice en el Nuevo Testamento. Pero esto ya lo sabía el filósofo griego Anaximandro, que vivió siglos antes, cuando escribía: “las cosas desaparecen en el lugar de donde proceden, según el orden del tiempo; mutuamente penan su culpa”. Lo que quería decir es que cada cosa ocupa el sitio que otra deja. Su simple existencia es ya culpable; y, tras un cierto tiempo, paga por su culpa dejando su lugar a otra.
Anaximandro |
Pero hay algo más que la inexorable rueda de la justicia que hace pagar a los hombres y a las cosas. Existe la posibilidad de que el hombre reconozca la culpa de su propia limitación, apunte la de los demás a su ignorancia y los perdone. No sólo existe la justicia, existen también la reconciliación y el perdón. Todas las buenas acciones juntas no pueden cambiar el que no haya una sola vida humana que merezca, como un todo, ser denominada sin más como buena. Todos necesitamos indulgencia, e incluso quizás, perdón. Pero sólo puede exigirlo quien, sin cerrar los ojos a la injusticia, está dispuesto a perdonar sin reservas. Indulgencia, perdón y reconciliación son algo más alto que la justicia. A eso se refieren las palabras de Hegel: “Las heridas del espíritu curan sin dejar cicatriz” (2).
(1) Confrontar Evangelio San Marcos capítulo 10, versículo 18
(2) Extraido de Fenomenología del espíritu