lunes, 28 de febrero de 2022

Tesis supremacistas

Cuarto fragmento del artículo de Robert Spaemann titulado ¿Es la emancipación un objetivo de la educación? Publicado con el título Emanzipation – ein Bildungsziel? en la revista Merkur, número 320, enero de 1975, páginas 11 a 24. Incluido en el libro Robert Spaemann: Límites. Acerca de la dimensión ética del actuar, capítulo 41.

Romper con la tradición

...tanto más importante es para el futuro de la libertad en la civilización moderna que no toleremos ninguna confusión del concepto de mayoría de edad, que no pongamos como condición de la mayoría de edad en sentido jurídico ese estado que en el marco de la ideología de la emancipación se llama «mayoría de edad».

continuación

¿Quién es aún mayor de edad? (III)

Las ideologías civiles emancipatorias del siglo XIX consideraron la ampliación del concepto de emancipación como un proceso lineal, no problemático. De que aquí se produce en realidad una inversión del concepto toman por primera vez plena conciencia Bruno Bauer* y Karl Marx. Es reveladora su postura respecto de la emancipación de los judíos. Hasta ese momento significaba la equiparación jurídica de los judíos en cuanto ciudadanos. Este concepto político de emancipación es ahora criticado por insuficiente: a la emancipación política ha de seguir la humana. La igualdad civil –como muestra Marx con el ejemplo de América- no elimina eo ipso**
las diferencias históricas, por ejemplo religiosas, con las que los fenómenos humanos cobran sus límites a la vez que su forma concreta. «Emancipación humana» significa para Marx: supresión de esas diferencias, supresión de todas las remodelaciones históricas que ha sufrido el hombre en cuanto sujeto natural de necesidades. Y así es como, transformando la emancipación de los judíos en su contrario, puede Marx escribir:
«La emancipación de los judíos consiste, con arreglo a su significado último, en que la humanidad se libere del judaísmo» (1).

La emancipación ya no es aquí la obtención de igualdad de derechos de un grupo, en su identidad histórica, que hasta ese momento ha sido discriminado, sino el abandono de esa identidad en favor de una nueva, la del hombre como ser perteneciente a una especie natural. Marx concibió la idea del reconocimiento recíproco y de la liberación de los hombres en su identidad histórica, no por completo recíprocamente transparente, como una idea también mediatizada históricamente, a saber, por el cristianismo, y como tal quiso superarla. Es la idea liberal de la «democracia política». Escribe Marx: «Cristiana es la democracia política por cuanto en ella al hombre, no sólo a un hombre, sino a todo hombre se le tiene por ser soberano y supremo. Pero al hombre en su manifestación no cultivada, asocial, al hombre en su existencia casual, al hombre tal como es, al hombre corrompido por toda la organización de nuestra sociedad, que se ha perdido a sí mismo, alienado bajo el dominio de relaciones y elementos inhumanos, en una palabra: al hombre que todavía no es un ser real perteneciente a una especie» (1). Tenemos aquí in nuce*** la tesis de la ideología de la emancipación: el hombre, tal como es, no es mayor de edad. Su voto no merece ser contado. ¿En qué se conoce el grado de mayoría de edad? En la medida en que uno acabe con sus condicionantes históricos, en la medida en que haga lo contrario de lo que se le ha inculcado.

Es importante que esto de vea con claridad. Al limitar con argumentos político-pedagógicos los derechos formales de las personas adultas mayores de edad, los ideólogos de la emancipación se dan la mano con los grupos reaccionarios de todo el mundo. No en vano su argumento es siempre que el grupo que reclama su libertad no está aún maduro para ella. ¡Cuántas veces no habré tenido que oír este argumento, por ejemplo, en Brasil! Sólo que el criterio de madurez es diferente. Para los reaccionarios es la disposición de los hasta entonces dominados a no cambiar nada esencial en las condiciones de vida y, en particular, en las relaciones de propiedad y de producción, tampoco tras haberse alcanzado la igualdad de derechos. Para las ideologías de la emancipación el criterio es el opuesto: sólo es libre y digna de respeto la voluntad que desea cambiar las condiciones de vida. El argumento es aproximadamente como sigue: “¿Se puede acaso designar como voluntad el que uno quiera repetir una y otra vez lo que le fue inculcado? ¿Se puede designar como voluntad una voluntad de repetición que se mueve por inercia? ¿Se puede designar como voluntad una voluntad predeterminada? ¿O no es que sólo puede ser descrito como voluntad ese impulso que en cada caso quiere cambiar algo?” (2)

*Bruno Bauer (Eisenberg, Sajonia-Altenburgo, 6 de septiembre de 1809- Rixdorf, Berlín, 13 de abril de 1882) fue un filósofo y teólogo alemán… Bauer fue hijo de un pintor en una fábrica de porcelana. Estudió filosofía y teología en la Universidad de Berlín. Estudió directamente con Hegel hasta que este murió en 1831… Tras obtener la licenciatura en teología, se ocupó sobre todo de crítica bíblica. Extraído de https://es.wikipedia.org/wiki/Bruno_Bauer
**Eo ipso es una expresión latina que puede entenderse como por sí mismo/misma. Extraído de https://es.wikipedia.org/wiki/Eo_ipso
***La locuzione latina in nuce, con il significato "in embrione", "in abbozzo", "in progetto". Viene modernamente usata, nel campo accademico, quale sinonimo di "in sintesi", con riferimento all'esposizione di un concetto che contenga concisamente gli elementi fondanti di una dottrina. Extraído de https://educalingo.com/es/dic-it/in-nuce

(1) Karl Marx: Zur Judenfrage, en Marx/Engels, Werke, volúmen 1, Berlín, 1974
(2) Peter Handke: Prosa. Gedichte. Teatherstücke. Hörspiel. Aufsatze. Frankfurt a. M, 1969, página 348

lunes, 21 de febrero de 2022

Emancipación psicológica

Tercer fragmento del artículo de Robert Spaemann titulado ¿Es la emancipación un objetivo de la educación? Publicado con el título Emanzipation – ein Bildungsziel? en la revista Merkur, número 320, enero de 1975, páginas 11 a 24. Incluido en el libro Robert Spaemann: Límites. Acerca de la dimensión ética del actuar, capítulo 41.

Un atributo subjetivo

Los conceptos se transforman, para decirlo en palabras de la lógica moderna, de predicados diádicos en predicados monádicos. Apuntan ahora a una propiedad que se puede tener en mayor o menor medida, no a una clara relación. Quedan sustraídos a la esfera del derecho, a la esfera de la justicia equilibradora o distributiva.

continuación

¿Quién es aún mayor de edad? (II)

Pero –y aquí empieza el problema- repercuten en la esfera del derecho.
La ideología de la emancipación no hace que se amplíe el círculo de los mayores de edad, sino el de aquellos a los que ante todo se declara menores de edad. El concepto de mayoría de edad que entra aquí en juego es un concepto pedagógico. No designa un estatus jurídico, sino determinadas propiedades de la persona que la ponen en disposición de alcanzar ese estatus, pues hacen que se pueda esperar que dicha persona haga un uso correcto de las posibilidades que concede ese estatus. Se trata aproximadamente de lo que antes se llamaba «madurez moral». Por el contrario, la mayoría de edad en sentido jurídico designa precisamente aquel estatus en el que nadie más es ya responsable de lo que el mayor de edad haga dentro del espacio de libertad que por derecho le corresponde, y en el que por tanto nadie está ya autorizado a limitar la libertad que me corresponde en función del uso que yo haga de ella, mientras ese uso no atente contra las leyes vigentes para todos.

Es muy importante atenerse a este concepto liberal y jurídico-formal de mayoría de edad, un concepto que las ideologías de la emancipación tratan por lo general con desprecio. El concepto socio-psicológico de emancipación se vuelve en ellas contra el político-jurídico y lo socava. La comunidad jurídica de sujetos que se reconocen mutuamente en su identidad histórico-natural se transforma en un proceso colectivo de aprendizaje en el que nadie es mayor de edad, sino que cada uno es pedagogo, psicoterapeuta y tutor de los demás en nombre del ideal común de la mayoría de edad y la emancipación. Cuando hace algún tiempo Alexander Mitscherlich (1) decía que ninguno de nosotros es hasta ahora mayor de edad, eso es verdad en un cierto sentido y en otro no. Ahí resulta irritante sobre todo la expresión «hasta ahora», pues sugiere que nos encontramos en camino hacia una superior mayoría de edad. Sin embargo eso no es cierto. Con la progresiva especialización del saber cada vez menos personas son mayores de edad en el sentido de que una concreta se encontrara
«a la altura de los tiempos». Cada uno de nosotros sólo en un campo muy restringido es mayor de edad, esto es, capaz, competente para hablar. En este sentido los hombres de las sociedades primitivas tenían una mayoría de edad muy superior a la nuestra. Por eso, tanto más importante es para el futuro de la libertad en la civilización moderna que no toleremos ninguna confusión del concepto de mayoría de edad, que no pongamos como condición de la mayoría de edad en sentido jurídico ese estado que en el marco de la ideología de la emancipación se llama «mayoría de edad».

(1) Alexander Mitscherlich (Munich, 1908 - Frankfurt del Main, 1982) Médico y psicólogo alemán. Perseguido por los nazis, tuvo que huir de Alemania en 1935 y marchó a Zurich para cursar medicina. Se doctoró en 1941 y llegó a ser discípulo destacado de Weizsäcker. En 1949 fundó la primera clínica psicosomática en la Universidad de Heidelberg. La Escuela de Heidelberg se basó en las disciplinas básicas de la medicina orgánica y se orientó hacia planteamientos filosóficos de la antropología y la fenomenología. Dirigió también el Instituto Sigmund Freud de Frankfurt. Extraído de https://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/mitscherlich_alexander.htm

lunes, 14 de febrero de 2022

De designar un estatus a constituir un ideal

Segundo fragmento del artículo de Robert Spaemann titulado ¿Es la emancipación un objetivo de la educación? Publicado con el título Emanzipation – ein Bildungsziel? en la revista Merkur, número 320, enero de 1975, páginas 11 a 24. Incluido en el libro Robert Spaemann: Límites. Acerca de la dimensión ética del actuar, capítulo 41.

Cambios conceptuales

Tras la disputa en torno a las palabras se esconde una disputa en torno a cosas. Y, por otra parte, no hay cosas humanas sin palabras que las expresen. Por eso hay que tomarse en serio la disputa en torno a palabras.

continuación

¿Quién es aún mayor de edad? (I)

En su origen
«emancipación» es un concepto jurídico. De manera análoga al hecho de salir el hijo de la patria potestad o el esclavo del dominio a que estaba sometido; posteriormente la palabra designa cualquier acto mediante el cual el sujeto adquiere el estatus jurídico de la mayoría de edad. Pero la mayoría de edad se entiende aquí igualmente como un concepto jurídico. Significa la facultad de representar uno mismo los propios intereses, de cerrar contratos legales vinculantes, de hacer valer sus derechos civiles en el marco de un orden jurídico vigente de iguales entre iguales. En este sentido se habla de emancipación de los judíos, emancipación de las mujeres o de la emancipación de los antiguos pueblos coloniales. Análogamente siempre puede hablarse de emancipación allí donde las personas, con respecto a la organización de las condiciones marco de su actuar, se liberan de un tutelaje ajeno y se hacen con la posibilidad jurídica y fáctica de participar en esa organización. Tales emancipaciones tampoco en nuestra sociedad se pueden descartar por estar cumplidas en su totalidad, y probablemente nunca podrán serlo. Al menos en una sociedad libre surgirán constantemente nuevos desequilibrios que los afectados percibirán como injustos. Uno se mantiene dentro de un uso razonable del lenguaje cuando llama «emancipatoria» a la lucha contra tales discriminaciones.


No obstante, ahí es importante lo siguiente: el concepto clásico de emancipación designa un proceso que en cada caso tiene un principio y un final. A su final se le llama mayoría de edad. La emancipación no es un ideal de vida, sino que la vida política propiamente dicha sólo comienza una vez se ha alcanzado la emancipación. Cuando en lo que sigue hable de la ideología de la emancipación me estaré refiriendo al cambio conceptual por el cual la palabra «emancipación» no significa ya consecución de un estatus, sino un ideal que inspira un proceso infinito y concebido además como universal. Por lo demás, es llamativo que en el marco de la jerga ideológica la palabra
«emancipatorio» aparezca constantemente, mientras que la palabra «emancipado» no aparece casi nunca. El diccionario enciclopédico de Ersch y Gruber (1), del año 1840, empleaba ya el concepto de esta manera cuando decía que la vida entera del hombre es un proceso emancipatorio, a saber, una lucha contra la dependencia de la naturaleza, lucha por la independencia dentro de una constitución civil completamente justa y lucha del hombre consigo mismo «para liberarse de la servidumbre de la sensualidad y el egoísmo, así como del ciego mecanismo de la costumbre, de la fe en la autoridad».

Esta ampliación de los conceptos de emancipación y mayoría de edad que los lleva al plano de la filosofía de la historia y que es interiorizada psicológicamente hace desaparecer la diferencia entre mayoría y minoría de edad. Los conceptos se transforman, para decirlo en palabras de la lógica moderna, de predicados diádicos (2) en predicados monádicos (3). Apuntan ahora a una propiedad que se puede tener en mayor o menor medida, no a una clara relación. Quedan sustraídos a la esfera del derecho, a la esfera de la justicia equilibradora o distributiva.

(1) «El desarrollo del significado de emancipación se registra en el artículo que SCHEIDLER escribió en 1840 para el léxico ERSCH/GRUBER como en una lupa. Él ve las siguientes capas:
-Emancipación del derecho privado,
-Igualdad civil y política,
-Abolición de las dependencias de hecho,
-La emancipación como proceso de vida política.
-Toda la vida como un proceso de emancipación universal.
De aquí se sigue para él una triple lucha por la emancipación, a saber:
-Contra la dependencia de la naturaleza,
-Sobre la independencia del hombre del hombre en una constitución justa,
-La lucha del hombre consigo mismo o contra la dependencia de su sensualidad, o dependencia del mecanismo ciego del hábito y creencia en la autoridad.»
Extraído y traducido utilizando la herramienta de Google de https://aseminar.schule.de/erziehung/werte-erziehung/autonom.htm



(2) Predicado diádico (o de aridad 2): Es un predicado que tiene dos argumentos. Extraído de http://www.matetam.com/glosario/definicion/predicado-diadico-o-aridad-2#
(3) Predicado monádico (o de aridad 1): Predicado con un solo argumento. Desde el punto de vista de la gramática, los predicados monádicos asignan una propiedad o atributo al sujeto. Y con ello colocan al sujeto dentro de una clase de objetos (los que comparten esa propiedad). Extraído de http://www.matetam.com/glosario/definicion/predicado-monadico-o-aridad-1#



martes, 8 de febrero de 2022

La emancipación como fin educativo

Primer fragmento del artículo de Robert Spaemann titulado ¿Es la emancipación un objetivo de la educación? Publicado con el título Emanzipation – ein Bildungsziel? en la revista Merkur, número 320, enero de 1975, páginas 11 a 24. Incluido en el libro Robert Spaemann: Límites. Acerca de la dimensión ética del actuar, capítulo 41.

Calificativos confusos

En los últimos años apenas ha habido un aspirante a un puesto académico que haya pronunciado una conferencia en la que no intercalase de vez en cuando las palabras
«emancipación» y «emancipatorio». Quien no lo haya hecho debe ser un anticuado o una persona de independencia poco común. No quiero decir independiente en el sentido de que no dependa de un salario, sino de que, pese a depender de un salario, continúa pensando con autonomía poco frecuente.

Esto es una paradoja. Pues la palabra «emancipación» tuvo una vez algo que ver con la autonomía. Con el tiempo ha venido a significar casi lo contrario. La palabra ha experimentado un cambio de sentido. En su origen significaba el acto de independización del hijo de la patria potestad, es decir, la declaración de mayoría de edad a efectos legales. Sin embargo, desde hace algunos años ha pasado a ocupar el lugar reservado a la palabra «bueno». Y hasta ahora no hay ninguna palabra a la que eso le haya sentado bien: ni a la palabra «ortodoxo», ni a las palabras «sano», «patriota», «altruista», «alemán», «científico» o cualquier otra.

Al ascender al lugar de la palabra «bueno»
las palabras se convierten en tabúes y eluden nuevas preguntas. Pues no tiene sentido preguntar si lo bueno es bueno. Además, esa palabra se venga de aquellas palabras que quieren expulsarla de su lugar privilegiado. Aquel para quien la salud no es simplemente por lo general buena, sino que es el bien a secas, probablemente estará enfermo. Para quien el patriotismo es lo supremo, es decir, para quien la patria es el bien a secas, no puede hacer nada por mejorarla; probablemente, en vez de eso, conducirá a su patria a la ruina y hará que, tras él, durante mucho tiempo no se quiera ni oír hablar de patriotismo. Aquél para el que
«científico» equivale a «bueno» estará dispuesto, al servicio de la ciencia y siguiendo indicaciones de los científicos, a hacer experimentos de torturas desoyendo los gritos de las víctimas (como hace algún tiempo mostró una espantosa prueba, el llamado experimento Milgram*).

Nada diferente sucede con la emancipación. Decir que algo –una acción, una institución, una publicación- es emancipatoria significará que se trata de algo bueno, sean cuales sean por lo demás las consecuencias. Y puesto que las personas siempre vuelven a la opinión de que la formación y la educación han de fomentar el bien, esto significa ahora que la formación debe ser emancipatoria. Ahí están ya las consecuencias. Frente a la ideología de la emancipación hemos de defender la mayoría de edad de los ciudadanos. El concepto de emancipación, al haberse exagerado ideológicamente, se ha vuelto ambiguo. El concepto que antes significó la liberación respecto al poder tutelar sirve ahora para legitimar nuevas formas de dominio, a saber, aquellas que logran mostrarse como emancipatorias.

Ahora bien, no es simplemente que las palabras estén manteniendo una lucha de dioses sobre las cabezas de los hombres. Tras la disputa en torno a las palabras se esconde una disputa en torno a cosas. Y, por otra parte, no hay cosas humanas sin palabras que las expresen. Por eso hay que tomarse en serio la disputa en torno a palabras.


*El experimento de Milgram fue una serie de experimentos de psicología social llevada a cabo por Stanley Milgram, psicólogo en la Universidad de Yale, y descrita en un artículo publicado en 1963 en la revista Journal of Abnormal and Social Psychology bajo el título «Behavioral Study of Obedience» («Estudio del comportamiento de la obediencia») y resumida en 1974 en su libro Obedience to authority. An experimental view (Obediencia a la autoridad. La perspectiva experimental). El fin de la prueba era medir la disposición de un participante para obedecer las órdenes de una autoridad aun cuando estas pudieran entrar en conflicto con su conciencia personal. Extraído de https://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_Milgram