Duodécimo y último fragmento del artículo de Robert Spaemann titulado Daseinsrelativität der Werte publicado en Henkmann, W., Leonardy, H. (eds.): Person und Wert. Schelers «Formalismus» - Perspektiven und Wirkungen, Freiburg, 2000, pp. 29-46; cuya reproducción traducida está extraída del libro de la editorial Eiunsa Robert Spaemann: Límites. Acerca de la dimensión ética del actuar con el título La relatividad existencial de los valores
Relación entre acto y objeto del acto
Los valores son existencialmente relativos..., su sentido es más bien ser lo primero de todo que da significación a la vida o, lo que es lo mismo, disponer la estructura de significación de lo vivo y definirla. Por consiguiente, esta relatividad existencial nunca significa dependencia unilateral de los valores respecto de los sujetos que valoran. Los valores, por tanto, tampoco son elegidos, sino sentidos. Quien elige ha de tener ya un punto de vista para la elección, un motivo para elegir esto antes que aquello. El valor que determina ese punto de vista, ese motivo, es en realidad el valor guía y no el elegido...
continuación
Epígrafe III
Si los valores no son el producto de actos valorativos sino lo que posibilita dichos actos y lo que los define, y si, a la inversa, los valores no tienen ningún ser independientemente de la posible objetualidad intencional de los actos valorativos, entonces sin duda se plantea un nuevo problema que Scheler, por cuanto yo sé, no ha tratado de forma explícita, pero que se deduce de sus principios ontológicos generales. Uno de estos principios dice que todo lo existencialmente relativo se funda en algo absolutamente real. Pero de ahí se sigue que allí donde se presente una relatividad recíproca, ninguno de los seres es real. Por tanto, hay que suponer un tercero respecto al cual sean relativos los dos recíprocamente condicionados. Pero este tercero -y ésta es la siguiente tesis, desarrollada sobre todo en Conocimiento y trabajo- ha de ser una suerte de conciencia. Pues sólo en una conciencia pueden dos contenidos ideales entrar uno con otro en relación.
Así, Scheler formula como un axioma evidente que «todo lo que es esencialmente relativo a otra cosa, no puede poseer ninguna existencia extra mentem» (Gesammelte Werke, vol. 8, p. 243). De aquí surge la siguiente cuestión: si en el caso de los actos valorativos el acto y el objeto del acto son estrictamente correlativos, entonces ninguno de los dos puede contemplarse como ser absoluto con relación al cual el otro sea existencialmente relativo. Ambos han de ser existencialmente relativos a un tercero que ha de ser una suerte de conciencia. ¿Qué es este tercero? ¿Y cómo puede evitarse que este tercero, que sin duda tiene de nuevo su ser en actos intencionales, no necesite por su parte un cuarto o un quinto y así in infinitum? Un recurso al infinito sería aquí mortal. Acabaría por completo con la idea de algo así como una realidad absoluta. Tendríamos únicamente, para decirlo en palabras de Fichte, «imágenes de imágenes de imágenes».
Como es sabido, Descartes detuvo este recurso al infinito al encontrar en el cogito me cogitare * un acto en el que acto y objeto, noesis * y noema *, coinciden en uno, de tal modo que la iteración llega a su fin. Pero eso sólo para el caso de este acto. Para todos los demás no se gana directamente nada con ello. Y ni siquiera la evidencia nos permite avanzar aquí. Pues la duda radical se refiere también a esa evidencia. Si la conciencia es finita, la evidencia podría tratarse de una idiosincrasia, del engaño de un espíritu malvado o, en una variante moderna, de un fenómeno evolutivo de adaptación. Para llegar a la realidad Descartes necesita ahí la idea de Dios. La idea de Dios fue lo que hizo posible la duda radical, porque sólo con ella como telón de fondo se concibe el cogito como finito y, por tanto, susceptible de engaño. Pero esa misma idea de Dios se necesita para eliminar la duda en la verdad de lo evidente (11). Recurro aquí a esta analogía cartesiana porque apunta en la dirección en la que quizás haya de buscarse la respuesta a la cuestión planteada. Sólo en la noesis noeseos * se hace efectiva la identidad de acto y objeto del acto. El cogito cartesiano es una noesis noeseos, pero una de suyo fútil, vacía, meramente instantánea, que no encierra en sí nada aparte de sí misma, ningún recuerdo y, de ese modo, nada semejante a una «identidad de la persona».La pregunta reza así: ¿es la realidad de la persona en cuanto centro de actuación aquella realidad absoluta que posibilita las entidades correlativas de acto y objeto del acto? No me parece que sea éste el caso. La persona no se sabe fundamento de los objetos apriorísticos de sus actos, se sabe sólo centro de sus actos. Pero tampoco fundamento de ellos, pues el fundamento de los actos está en sus objetos. Esto está implícito en la tesis de la correlatividad. La persona sabe también de esos objetos sólo por medio de sus actos. En consecuencia, el fundamento de la relación entre acto y objeto del acto -que, ciertamente, como dice Scheler, ha de ser una suerte de conciencia- sólo puede pensarse como conciencia absoluta, como intellectus archetypus **, cuya identidad no sea, como la del cogito finito, vacía, sino que contenga en sí misma la infinita plenitud de todo contenido de valor de tal manera que la sea y también la conozca, y de tal modo que ser y saber coincidan por completo. Y la valoración mediante actos de sentir efectuada por las personas finitas ha de pensarse por tanto como una participación, inspirada por ese valor absoluto, en esa realidad autónoma. La realidad respecto de la cual los actos y los objetos de los actos son, necesariamente, existencialmente relativos sólo puede ser la realidad absoluta, cuya conciencia no puede por su parte ser pensada intencionalmente, porque si no la remisión a una realidad fundante, como ya se ha dicho, habría de iterarse infinitamente.
El propio Scheler no ha desarrollado esta idea especulativa. Pero esta idea se conforma con sus consideraciones más tempranas, sin contradecir las posteriores. Y no veo cómo se pueden seguir con seriedad las ideas de Scheler acerca del carácter absoluto y la relatividad existencial de los valores sin llegar a tal conclusión.