sábado, 20 de noviembre de 2021

Virtualización de la realidad

Décimo tercer y último fragmento del texto de Robert Spaemann titulado Realidad como antropomorfismo. Publicado originalmente en alemán como Wirklichkeit als Anthropomorphismus, en el libro de O. G. Bauer (ed.), Was heißt ‘wirklich’? Unsere Erkenntnis zwischen Wahrnehmung und Wissenschaft. Traducido en español para Anuario filosófico (2002) e incluido en el libro de Robert Spaemann: Ética, política y cristianismo (Palabra, Madrid, 2007) páginas 189-212. Documento extraido de Anuario filosófico Universidad de Navarra, volumen 50 (1), abril 2017, páginas 171 a 188, link: https://revistas.unav.edu/index.php/anuario-filosofico/issue/view/444

Representación de la invisibilidad

No puedo esperar acercarme más al ser de otra persona si no pongo nada de mi parte; permanecería siempre en la superficie. Pero si me implico, si me dejo llevar por esta relación, entonces la cognición lleva naturalmente las huellas del conocedor, es algo muy personal. No hay otra forma de tener conocimiento de la realidad.

continuación


Edificio Academia Bávara de Bellas Artes
Este hecho es particularmente claro para nosotros hoy porque nos damos cuenta de ello a través de las artes plásticas modernas. Permítanme que en este lugar, en la Academia Bávara de Bellas Artes, cierre con una mirada a las bellas artes y a su papel en una época en la que la realidad se desvanece.

El arte europeo ha sido un arte de ilusión desde el siglo XVI. La introducción de la perspectiva central en la pintura fue decisiva. Lo mismo ocurre con la arquitectura y la escultura. Las columnas de nuestras iglesias barrocas no suelen estar hechas de mármol, sino que deben verse como si estuvieran hechas de mármol. Y las esculturas que parecen tan vivas a menudo son huecas y no tienen respaldo. Fue el arte el que abrió el camino hacia la virtualización de la realidad. Pero el arte también es pionero en recordarnos lo que se ha perdido en este camino: precisamente la realidad.

Beuys con la corona
En un mundo cada vez más virtual, el arte se encarga de representar la preciosidad del ser. ¿Qué significa si, en el período de reproducibilidad de la obra de arte, donde el original se distingue cada vez menos de la simulación, la autenticidad del original adquiere un significado casi mágico, un significado que sólo puede compararse con la
“validez” de los sacramentos? Esta validez se basa en la realidad sensorial del tocar, que a su vez se basa en una secuencia ininterrumpida de imposiciones de manos hasta llegar a su fundador. La autenticidad de la obra de arte se basa en el toque original de esta pieza de lienzo de este artista.

Beuys mostrando el conejo
En la corona imperial transformada en un conejo de pascua por Joseph Beuys (1) todo depende del hecho de que la historia ha pasado realmente. Porque no se puede mirar el conejo. En un mundo que cultiva cada vez más las apariencias, el arte, al invertir la relación tradicional, asume el papel de la representación de la realidad, del ser que se ha retirado a la invisibilidad.

Emplazamiento de
The Vertical Earth Kilometer
O piensen ustedes en la barra cromada de unos 1.000 metros de largo que Walter De Maria ha hundido en la tierra con ocasión de una “Documenta” [exposición de arte] en Kassel
(2). Lo que se ve es el corte de la barra, un pequeño disco plateado en el suelo. No es lo esencial lo que se ve, sino que lo que importa es conocer la realidad de la barra hundida que solo está representada por este pequeño disco. Lo que importa es la actividad del observador que toma consciencia expresamente de lo que no ve. También aquí el arte asume una función cuasi-sacramental. Hace invisible una cosa para que se recuerde como real. En un mundo de fachadas, se encarga de representar la realidad perdida como invisible. Entregarse a la realidad significa entregarse a lo invisible.

(1) Joseph Beuys: La fusión de la corona imperial (Einschmelzung Der Zarenkrone). Ver proceso de transformación en https://www.youtube.com/watch?v=6OkSx-3qQh0
Explicación del proceso:
«Acción titulada “Wandlung” (Transformación), que se efectuó el 30 de junio de 1982 sobre un podio de madera instalado por encima de los bloques de basalto que Beuys había acumulado en la pradera ante el edificio del famoso certamen artístico de Kassel. Beuys partió en trozos la corona, colocó las perlas y piedras preciosas dentro de un tarro de los que se usan para poner conservas y confituras, y fundió el oro haciendo de él un “objeto de paz”, el que denominó “Liebre con accesorio”. La liebre, uno de los símbolos de la Tierra, representa desde los tiempos remotos la paz, el amor y la fecundidad. Beuys juntó este símbolo con el del sol; y todo ello, juntamente con las joyas, lo instaló en una hornacina. Debajo de ésta hay un papel escrito por Beuys en el que se lee: “Todo depende del carácter cálido del pensamiento. He aquí la nueva condición de la voluntad”. Dicho objeto se halla hoy expuesto en la Nueva Galería estatal de Stuttgart. El producto integro de la venta de la corona transformada pasó a incrementar los fondos para el proyecto “7.000 robles”.»
Extraído de http://www.fxysudoble.org/wandlung.html

(2) Jorge Álvarez: La obra de arte más alta del mundo mide un kilómetro y está bajo tierra, publicado en La brújula verde el 16 de junio de 2016. Artículo completo en https://www.labrujulaverde.com/2016/06/la-obra-de-arte-mas-alta-del-mundo-mide-un-kilometro-y-esta-bajo-tierra







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