Consecuencias prácticas de la separación

La definición de persona a
partir de la racionalidad es falsa. La racionalidad es algo derivado. Todavía
más fundamental que la racionalidad es aquello que en la filosofía se denomina
intencionalidad en general. Con esta palabra denominamos actos y actitudes que
no son descriptibles como estados de un ser que se pueden observar, sino el
estar orientado hacia estados de cosas que solo podemos percibir en la medida
en que miramos en la misma dirección.
Algo semejante ocurre con los
deseos, aspiraciones y acciones humanas. Una acción se diferencia de cualquier
otro acontecimiento de la naturaleza en la medida en que es intencional, es
decir, en cuanto que mediante ella se quiere algo. Y la entiendo como acción
sólo cuando entiendo esa intención. Consideramos como racionales solo aquellas
acciones en las que entendemos tanto la intención como la visión del mundo que
tiene quien actúa.
¿Qué pasa con los discapacitados?

Una enfermedad del espíritu no destruye la persona. Por lo que se refiere a hombres muy débiles, que claramente no son capaces de expresiones de una vida personal, tampoco tenemos ningún motivo para no considerarlos como personas y tratarlos como tales. Ellos no son, de ninguna manera, seres de otro tipo. Los podemos describir como defectuosos, como enfermos. Esto quiere decir que no están asentados en un nicho ecológico propio que una naturaleza no personal les proporcionara. No poseen, como los seres vivos no humanos, instintos que les proporcionarían una orientación segura en el mundo en lugar de la razón. Simplemente, les falta algo. Su naturaleza es defectuosa y si pudiéramos, intentaríamos curarlos, porque partimos de que tienen una naturaleza humana. Ellos están necesitados de nuestra ayuda. Nuestra propia dignidad como personas no se hará más clara por otra cosa que por la ayuda que prestemos a esos seres, aunque no haya en ellos nada que despierte nuestra simpatía. Experimentar el enriquecimiento que obtenemos mediante ello, es ya un signo de una madurez de la persona cuyo desarrollo es impedido por ideas como las de Singer.
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