Cuidar el entorno
Pienso que la defensa de la normalidad de la vida no puede consistir para Jonas en un mero retorno a la moralidad simple. La moralidad es el valor humano de las acciones de los hombres, la acción responsable. Donde el alcance de esta acción se ha ampliado, también es mayor la responsabilidad. Esta se ha convertido en una responsabilidad respecto de las consecuencias globales acumuladas de la acción humana, en una responsabilidad por la naturaleza en su conjunto.
No sólo por el futuro del hombre. Jonas critica el antropocentrismo que supone considerar a todos los seres como ambiente del hombre. Se trata de un naturalismo incompatible con la dignidad humana. Para todo animal el mundo es sólo su ambiente. Pero, ¿por qué nos entristece precisamente a nosotros la amenaza de desaparición de elefantes, ballenas o mariposas, mientras que nuestra desaparición dejaría sin cuidado a los elefantes, ballenas y mariposas? El hombre es retrato vivo de Dios, Señor de la Creación, precisamente porque tiene responsabilidad respecto de aquellos seres distintos de uno mismo y de sus iguales, respecto del reino de la Creación. Para bien o para mal, su acción se extiende a todo lo que está sobre la tierra. ¿Conseguirá esto -se pregunta Jonas- despertar por primera vez un ethos de la responsabilidad en relación con el futuro del mundo en su conjunto, con las generaciones futuras, un ethos que hasta ahora solamente lo hubo en la forma de un ethos familiar particular? Al ethos de la familia pertenece, sin duda, este pensamiento: a mis hijos les debe ir mejor. Como Jonas defiende convincentemente, no puede haber una responsabilidad global correspondiente -la responsabilidad por un mundo mejor- mientras determinadas regiones del mundo en las que domina el hambre se vean obligadas a renunciar a la idea de mejorar. Y nosotros, por nuestra parte -con el pretexto de mejorar- nos atribuimos demasiada tutela y disposición sobre las generaciones futuras mediante decisiones de carácter irreversible. Tan importante es para la humanidad europea y americana no considerar su estándar de vida como una capacidad de posesión ilimitada, como no sugerir esta utopía al resto del mundo.
Jonas advierte que precisamente la idea de esta estrategia de optimación se opone a la idea de evitar lo peor. Nunca ha tenido tanta validez como hoy en día aquello de que lo mejor es enemigo de lo bueno. El principio responsabilidad está consciente y expresamente enfrentado al principio esperanza. En el futuro, el principio que guíe la acción terrena del hombre no debe ser la esperanza, sino el cuidado y la preocupación. Esto no significa miedo ante el propio destino. El pánico es un mal consejero. Procede más bien de la razón y de la responsabilidad moral para provocarnos un temor que, tan alejado del miedo como de la esperanza, no es otra cosa que la respuesta emocional proporcionada al peligro real que amenaza a la vida sobre la tierra.
La consecuencia práctica de este temor debe ser lo que se denominó tutiorismo* en el lenguaje de la teología moral durante el siglo XVII, un nuevo tutiorismo. Esto significa que en lugar del principio moderno en la duda por la libertad, debe ser hoy modificado el peso de la prueba: en la duda por la vida. En lo que se refiere a la amenaza de daños irreversibles y a gran escala contra la vida sobre la tierra, debe preferirse lo no dañino. Esto tiene consecuencias muy concretas.
(continúa)
* Tutiorismo o tuciorismo: es una doctrina moral por la cual hay que seguir siempre la opción más segura o cercana a la ley, aunque la opción opuesta también sea probable. El término deriva de la palabra latina tutior (más seguro).
No hay comentarios:
Publicar un comentario