viernes, 18 de marzo de 2022

Indigesta velocidad de los cambios

Séptimo fragmento del artículo de Robert Spaemann titulado ¿Es la emancipación un objetivo de la educación? Publicado con el título Emanzipation – ein Bildungsziel? en la revista Merkur, número 320, enero de 1975, páginas 11 a 24. Incluido en el libro Robert Spaemann: Límites. Acerca de la dimensión ética del actuar, capítulo 41.

Respuesta a un malestar

Nunca antes había sido la «relevancia social» de forma tan exclusiva el criterio para la elección de los contenidos pedagógicos como lo es para los pedagogos que sólo quieran educar «hombres», no ciudadanos.

continuación

¿Quién es aún competente? (II)

La unidad totalitaria del ser hombre y ser ciudadano fue ya, sin duda, el sueño rousseauniano de Marx. Cierto es que tenía una clara conciencia de que la propia sociedad burguesa es ya una sociedad emancipatoria, una sociedad de rápidas transformaciones que constantemente revoluciona sus propias bases y anula sus propias costumbres. Marx describe esto en el Manifiesto Comunista con una mezcla de aflicción y malicia. La burguesía
«ha desgarrado el velo conmovedor sentimental que envolvía las relaciones familiares», «ha disuelto la dignidad personal sustituyéndola por el valor de cambio», «ha transformado al médico, al jurista, al cura, al poeta, al hombre de ciencia en trabajadores a sueldo». El malestar de la civilización actual es precisamente de este tipo. El cambio ha tomado una velocidad que lo vuelve inhumano. Y es que hay una medida humana para el ritmo del cambio, y esa medida guarda relación con la duración de la vida humana.

La costumbre, como ya he dicho, es un componente de la libertad. Cuando las condiciones marco de la vida humana cambian con tanta rapidez que una persona joven no puede hacer ya planes a largo plazo y una persona de 50 años tiene la sensación de que en realidad no puede ya participar en la conversación, entonces se nubla la perspectiva de futuro y disminuye la calidad de vida. Crece el sentimiento de heterodeterminación. 

La ideología de la emancipación es expresión de un malestar que no se entiende a sí mismo. El secreto anhelo apunta a una sociedad que dé más amparo, más a lo que uno pueda agarrarse de manera duradera, más presente consumado. El giro tan típico de Marx consiste ahora en esperar la salvación de una radicalización del mal. Corruptio optimi pessima (1), se decía antiguamente. La variación de Marx reza perfectio pessimi optima (2). Marx y los creyentes en la emancipación ven el bien no como un estado que en toda época la razón, la fantasía y la conciencia han de arrancar a las tendencias dominantes en esa misma época, sino como una meta última universal, como final de una tendencia dominante extrapolada. De tal modo que su respuesta a las deshumanizadoras consecuencias de la emancipación burguesa sólo puede ser: más emancipación, la emancipación última, total.

Naturalmente, Marx no era tan ingenuo como para poder esperarla precisamente de la pedagogía. Al contrario: era propio de la tradición del movimiento obrero, y también justamente del marxista, entender la educación en primer lugar como adquisición de competencias. «La antorcha y el libro de texto iluminan a todo el pueblo. ¡Aprende, estudiante! ¡Enseña, estudiante!» Así se dice todavía hoy en la comunista Canción de los estudiantes del mundo. El movimiento educativo obrero se entendía a sí mismo como legítimo heredero de la tradición educativa europea clásica. Pese a su filosofía materialista sostenía un concepto clásico de sujeto, al que se aplica: «Lo que sé, lo sé». «Lo que sé hacer, puedo hacerlo» Las palabras de Bacon «Saber es poder» (3) juegan un papel central en la tradición del movimiento obrero. Los emancipadores neomarxistas, por el contrario, se convierten en víctimas de su propia ideología de la alienación.

(1) Corruptio optimi pessima: La corrupción de lo mejor es lo peor. También traducido ‘la corrupción de los mejores es la peor de todas’ según https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Proverbios_latinos

(2) Perfectio pessimi optima: La perfección de lo peor es lo mejor

(3) Francis Bacon (1561-1626) es considerado el padre del método científico y del empirismo filosófico. El empirismo afirma la importancia de la experiencia en el proceso de adquirir conocimiento. En su obra Meditationes Sacrae escrito en el año 1597 se encuentra el aforismo latino 'ipsa scientia potestas est' que es traducido literalmente como 'el conocimiento en su poder', luego reinterpretado como "el conocimiento es poder". Extraído de https://www.culturagenial.com/es/el-conocimiento-es-poder/



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