sábado, 17 de septiembre de 2022

Derivaciones políticas

Séptimo y ultimo fragmento de la conferencia de Robert Spaemann titulada Naturteleologie un Handlung, pronunciada en Hannover el 12 de noviembre de 1977 para inaugurar el III Congreso internacional sobre Leibniz . Publicada en Límites: Acerca de la dimensión ética del actuar, capítulo 3. El texto completo de la conferencia traducido por Urbano Ferrer en el enlace: https://revistas.unav.edu/index.php/anuario-filosofico/article/view/29974/25870

Del fragmento anterior

En el futuro todo dependerá de que consigamos ver en el límite que la ecología pone a la expansión de nuestro dominio de la naturaleza algo así como un límite dotado de sentido, esto es, un telos: un límite cuyo respeto nos conduce a la realización de lo que propiamente somos como hombres. Sólo si se cumple esa condición será posible hacer de la conciencia ecológica parte integrante de la vida buena, y no una justificación ideológica de la dictadura.

El movimiento necesita de un estímulo

Por último, el problema teleológico tiene una dimensión política. La dialéctica de derechas e izquierdas desencadenada en los últimos siglos puede ser interpretada como una dialéctica que ha nacido de la hipostatización de los
“disjecta membra”* de la teleología (1). Telos aludía siempre a dos cosas distintas: aludía a aquella configuración según la cual un ser está en condiciones de conservarse de forma óptima, y al mismo tiempo aludía al cumplimiento del contenido de las posibilidades que radican en ese mismo ser. Estos momentos de la autoconservación y la autarquía, por un lado, y de la autorrealización o autocumplimiento, por otro, se separan en la consideración no teleológica de las cosas (2).

La derecha política se define originariamente por la subordinación de la existencia a las condiciones de su conservación, y la izquierda política, por la búsqueda de la expansión de la satisfacción y el cumplimiento de las aspiraciones humanas, sin que haya ningún telos ni condiciones de conservación que la limiten. Como todas las abstracciones, ambas posiciones se transforman en su contrario, de tal manera que los izquierdistas pueden convertirse en ascetas autoritarios y los derechistas en libertinos. Ambas abstracciones tomadas en sí mismas son letales. Toda fijación abstracta en la autoconservación lleva a la ruina. Un sistema que quisiera mantenerse inalterado en su integridad sistémica no adoptaría las operaciones de transformación necesarias para su adaptación al entorno y para su conservación. Ciertamente, esa adaptación está sujeta a un límite que viene dado por los contenidos de la vida buena. Una pura autoconservación, indiferente al contenido de lo que hay que conservar, es nihilista. Y, a la inversa, también está abocado a su destrucción un sistema cuyas funciones parciales se independicen y vayan en pos de un cumplimiento que no tenga su medida en un bien que al mismo tiempo esté definido como lo que se trata de conservar.

Con todo, el problema ontológico de la teleología sólo se puede llegar a decidir en último término si no limitamos la pregunta a la vida orgánica, sino que lo volvemos a entender el problema de la teleología como lo entendió Aristóteles, a saber, como la cuestión de cómo podemos entender en general el movimiento natural. La conclusión a que se llegue acerca de si el concepto de derecho natural tiene o no sentido depende en último término, según la audaz formulación de Leo Strauss, de cómo tengamos que interpretar el movimiento de los planetas
(3).
Sin el concepto de la anticipación de algo futuro no es posible pensar movimiento alguno. El movimiento sólo se puede dominar con la ayuda del cálculo infinitesimal, que descompone lo movido en un número infinito de estados discretos. El movimiento pasa entonces a estar del lado del objeto a estar al lado del sujeto que ha de traspasar la frontera que conduce a lo infinitesimal. De aquí que la Modernidad, que renunció a la interpretación teleológica del movimiento, se haya provisto del cálculo infinitesimal para su control. Desde luego, el propio Leibniz, su creador, conocía también sus límites. Sabía que cuando queremos pensar lo movido por sí mismo, debemos pensarlo por analogía con el sujeto, cualquiera que sea el modo. Se puede llamar a esto antropomorfismo; pero la renuncia a la visión antropomórfica de la naturaleza conduce inevitablemente a que el hombre se convierta para sí mismo en un antropomorfismo.

*Disjecta membra: miembros dispersos
(1) Robert Spaemann: “Zur Ontologie der Begriffe rechts' und 'links' “, al final de Robert Spaemann: Philosophische Essays, Reclam, Stuttgart, 1983. (Hay vers. cast.: “Sobre la Ontología de 'derechas' e 'izquierdas' “, Anuario filosófico, 1984 (17, 29), 77-87. Se puede leer en el enlace: https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/2196/1/05.%20R.%20SPAEMANN%2C%20Sobre%20la%20ontolog%C3%ADa%20de%20%C2%ABderechas%C2%BB%20e%20%C2%ABizquierdas%C2%BB.pdf
(2) Robert Spaemann, “Philosophie als Lehre von glücklichen Leben”, compilado en Robert Spaemann: Philosophische Essays, Reclam, Stuttgart, 1983.
(3) Leo Strauss: Naturrecht und Geschichte, K. F. Köhler, Stuttgart, 1956, 8.

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