Cuarto fragmento del artículo de Robert Spaemann titulado ¿Tienen los no nacidos derecho a la vida?, en alemán: Haben Ungeborene ein Recht auf Leben? Publicado inicialmente en Zeitschrift für Rechtspolitik, 7/5 (1974), páginas 114-118. Posteriomente por EIUNSA en Robert Spaemann: Limites. Acerca de la dimensión ética del actuar (2003), capítulo 29, páginas 346-352.
Subterfugio emancipatorio
IV. «Emancipación respecto de la naturaleza» (a)
La dirección de esa modificación se llama «emancipación del hombre de los constreñimientos de la naturaleza». Esta fórmula es sugestiva. Sin embargo, no da al actuar humano un objetivo claro y evidente. No es casual que esa fórmula aparezca una vez y otra en relación con propósitos de matar. La plena emancipación respecto de los constreñimientos de la naturaleza equivale en realidad a la muerte, o, dicho con mayor exactitud, al suicidio. Pues sólo mediante él nos sustraemos a todos los condicionamientos de nuestra existencia que no hayamos puesto nosotros mismos.El debate de estos últimos años sobre el medio ambiente ha mostrado que la emancipación respecto de la naturaleza, cuando la primera no se ve coartada por «temor» alguno, conduce vertiginosamente al suicidio colectivo de la humanidad. Allí donde la naturaleza ya no aparece como la condición de nuestra existencia con la que hemos de reconciliarnos mediante el recuerdo, sino como una cadena de la que tenemos que librarnos, se está soñando un sueño que tiene consecuencias letales.
La emancipación respecto de la naturaleza, el dominio sobre la naturaleza, es un objetivo ambivalente. Significa siempre al mismo tiempo ampliación del poder de la sociedad sobre el hombre; pues el hombre es la base natural de la sociedad. El dominio sobre la naturaleza implica el dominio del hombre sobre el hombre. Pues el hombre también es él mismo un trozo de naturaleza. Reconocerlo como sujeto sólo allí donde ya no es naturaleza significa invertir el correcto orden de las cosas.
Pues el hombre sólo se revela como ser que supera la naturaleza, como persona, cuando reconoce a otro ser natural de su especie como libre, como un ser que existe por derecho propio. Ya el surgimiento del hombre no es obra del hombre. Podemos impedir la concepción, ciertamente, pero la relación entre el acto carnal y la procreación no es invención humana, sino «invención» de la naturaleza. En este sentido, todo hombre entra en la sociedad como miembro de la misma nato, no cooptado *. Toma posesión de sus derechos sin tener que agradecérselos a otros hombres. Precisamente esto que Rüpke denomina «biologismo» es en realidad la condición de la libertad.
Pero contra esa condición se dirige una poderosa tendencia de nuestra sociedad: la tendencia al totalitarismo. Todo niño, deseado o no, introduce un elemento anárquico en el sistema establecido. Todo nacimiento es una revolución, arena en los engranajes del mecanismo social de reproducción y satisfacción de las necesidades. Especialmente el grupo primario que es la familia ve inevitablemente revolucionada su estructura por la existencia de un nuevo miembro. Y a la larga el niño no solo grita, sino que reclama su derecho a intervenir en la conversación. Ningún consenso fundamental político o social vale de una vez para siempre. Quienes vayan llegando mostrarán si se adhieren al consenso o no. La legalización del aborto es un intento de prevenir eso. Hace de la sociedad una closed shop. El establishment coopta miembros o los excluye.
Rüpke habla de que «sobre la base del consenso fundamental postulado por la Constitución» es necesario practicar «dolorosas reducciones de la pretensión de generalizar las convicciones personales o los ideales organizados de grupos». Precisamente esa es en realidad la objeción decisiva contra él y los partidarios de la solución de plazos. Son ellos quienes colocan la convicción personal de su grupo en lugar del consenso fundamental postulado por la Constitución, por cuanto mediante una fijación legal del concepto de «hombre» limitan arbitrariamente el círculo de los futuros sujetos de tal consenso. Por ello, ninguna despenalización del aborto puede estar en consonancia con el consenso fundamental de una constitución que reconozca las libertades.
*Cooptar: Llenar las vacantes que se producen en el seno de una corporación mediante el voto de los integrantes de ella.