viernes, 24 de junio de 2016

¿Cuando surge la personalidad humana?

Fragmento de la entrevista de Christian Geyer y Carlos Gebauer a Robert Spaemann para el periódico Die Welt con el título Una crítica a la indiferencia ante la vida. Reproducida en la revista Nuestro Tiempo nº 407, Pamplona, mayo 1988. Traducción: Manuel Rico.

"LA PERSONALIDAD HUMANA SURGE INMEDIATAMENTE DESPUÉS DE LA CONCEPCIÓN"

-Pero también nos encontramos con opiniones que dicen: "De acuerdo, inmediatamente después de la fecundación nos encontramos con vida biogenéticamente identificable ¿Pero podemos saber si también nos encontramos ya con una personalidad humana?"

-En el fondo el problema es el mismo. ¿Dónde quiere establecer de forma plausible, una frontera para la personalidad humana, de no ser inmediatamente después de la fecundación? ¿Con qué derecho quiere usted decir: a partir de ahora es persona y antes no lo era? Eso sería una postura (opinión) medieval. En la Edad Media, como se sabe, existía la teoría de la progresiva espiritualización. Se creía que el espíritu humano, o sea su personalidad, se creaba cuarenta días después de la fecundación, pero este pensamiento no es que supusiera que la personalidad podía desarrollarse a partir de algo no personal. De todas formas se trata de una tesis que no es plausible.

El embrión humano no es primero un animal o cualquier otro tipo de individuo, sino que todo su desarrollo se produce desde el principio bajo la forma del ser humano. Si quisiéramos introducir un criterio de personalidad que se basara, por ejemplo, en la capacidad de hablar o en la autoconciencia, se podría incluso permitir la muerte de los bebés. Cuando alguien dice "Yo nací o fui fecundado en tal o cual momento", no se refiere a que en ese instante comenzó su autoconciencia. Más bien se refiere a un yo que en aquel momento no era consciente de su ser yo. Pertenece al ser de la persona creada el que su comienzo se encuentra situado en la intemporalidad. Esa inmemoriabilidad del comienzo personal sólo lo podemos representar temporalmente cuando lo equipamos con el comienzo de la existencia orgánica de la vida humana, es decir, con el momento de su fecundación.

-El tema de la protección de la vida humana es coyuntural. A esta conclusión se podría llegar si observamos la fuerte presión contra la energía atómica, frente a la cual la presión a favor del no-nacido parece muy pequeña. ¿Cómo se explica usted este compromiso esquizofrénico?

-Aunque creo que la presión a favor del no-nacido ha recibido, en los últimos años, un aumento considerable, estoy en líneas generales de acuerdo con su apreciación. Una respuesta posible creo que sería: el aborto lo hemos superado todos, es decir, todos nosotros hemos tenido la suerte de no haber sido abortados. Por lo tanto eso nunca nos podrá ya pasar. Las personas al fin y al cabo, suelen reaccionar alérgicamente ante aquellas cosas que todavía les pueden suceder a ellos. Al revés, tendemos a la indiferencia cuando se trata de respetar una vida que depende plenamente de nosotros, que no tiene ninguna posibilidad de represalias o venganza. A ello se añade una segunda razón: nuestra dependencia de la percepción sensible. Este es el motivo por el cual el ginecólogo norteamericano Bernard Nathanson sólo interrumpió sus prácticas abortivas cuando vio en una película, rodada en 1984, la grabación ecográfica de un aborto. En esa película se ve como se defiende el embrión, y cuales son sus reacciones antes de ser matado. Ello supuso para el ginecólogo un shock tan grande que se pasó al bando contrario. Y no en vano se oponen con uñas y dientes los partidarios del aborto a que esta cinta sea proyectada. Es increíble como también en nuestro país se intenta evitar que esa película de Nathanson llegue al público. Las personas no deben ver lo que hacen, porque así lo podrán hacer con más facilidad.

-Un fundamento para su tesis es quizá también la siguiente realidad: mientras que matar niños subnormales ya nacidos es castigado, tenemos la indicación genética para permitir la muerte de embriones anormales.

-Eso es en realidad una esquizofrenia desde la que hablan los prejuicios visuales. En el futuro tendremos que decirle a los disminuidos: "querido, por desgracia no hemos podido impedir a tiempo que vinieras a este mundo. Por eso ahora tenemos que preocuparnos por ti". Una forma de existencia extraña la que hay que llevar en una sociedad de la que sabemos que en realidad nos quería matar.

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