lunes, 27 de junio de 2016

Relación Filosofía-Ciencia

Fragmento de la entrevista de Christian Geyer y Carlos Gebauer a Robert Spaemann para el periódico Die Welt con el título Una crítica a la indiferencia ante la vida. Reproducida en la revista Nuestro Tiempo nº 407, Pamplona, mayo 1988. Traducción: Manuel Rico.

-¿Qué papel le concede a la filosofía? ¿Tiene alguna posibilidad de ser escuchada por las ciencias particulares?

-Es evidente que los científicos se interesan más por la filosofía que antes. Continuamente se pide a los filósofos que emitan alguna enseñanza. En realidad la filosofía no debe instruir tanto. Sócrates tampoco lo hacía, sino que llevaba a la gente a hacerlo (hacía caer a la gente en la cuenta). Un filósofo no es un maestro religioso que comunica alguna revelación. Lo grotesco es que cuando, no obstante, los filósofos dicen algo adecuado, que no pertenezca ya al consenso general, el enfado es grande. Los científicos se consuelan diciendo: bueno, se trata sólo de la opción del filósofo, que en realidad no importa. Es paradójico: nosotros, los filósofos, debemos hablar continuamente, pero no podemos tener la esperanza de que alguien nos escucha.

Lothar Späth
-Así de pesimista tampoco habrá que verlo. El primer ministro de Baden-Wurtemberg, Lothar Späth, ha indicado que últimamente, en las asambleas y congresos, cada vez más son los filósofos los oradores. ¿No podría ponerse con ello en evidencia una especie de renacimiento de la filosofía?

-Sería bonito si así fuera. El filósofo no debe con ello, naturalmente, correr el peligro de sacrificar su ensimismamiento. El éxito sólo puede venir despertando ensimismamientos. Si los filósofos son hoy más solicitados que nunca, debe estar en relación con que más personas tienen la sensación que las llamadas coacciones implícitas -como dije al principio- sólo son coacciones implícitas bajo determinadas circunstancias. La pregunta sobre qué tipo de coacciones implícitas debemos aceptar y cuales no, parece no ser competencia de nadie. Entonces aparecen los filósofos. Odo Marquard definió nuestra especie como la "competencia de la compensación de la incompetencia". No como si fuesen los filósofos los verdaderos competentes. Pero ellos, en relación con la incompetencia están más ejercitados y no dejan de reflexionar cuando su competencia profesional está agotada. Quizá sea eso lo que le interesa hoy a la gente.

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