jueves, 21 de julio de 2016

¿Es fundamentalismo tener convicciones?

Fragmento de la entrevista de Jaime Antúnez Aldunate, director del suplemento Artes y Letras de El Mercurio (Santiago de Chile), a Robert Spaemann publicada por la agencia periodística Aceprensa con el título La resaca del relativismo el 17 de noviembre de 1993.

Manipulación de las palabras

- ¿No hay también una cuestión de manipulación de los términos?

- Efectivamente, también hay aquí una cuestión de política de las palabras. Y no estoy seguro, por el momento, si debemos aceptar o no ser llamados fundamentalistas. Si observamos el significado original, como dije, es una tontería hablar de fundamentalismo; pero si cambia el sentido del término y en este momento se califica con él toda convicción seria, bueno, en ese sentido somos fundamentalistas, si se quiere, y estamos dentro de una hermosa tradición. La primera fundamentalista, en la tragedia griega, es Antígona. Creonte, el rey, había prohibido sepultar a los traidores y su argumento se basaba en el bien del Estado; pero Antígona dice lo siguiente: "Existe una ley mucho más antigua, que nos obliga a enterrar a nuestros hermanos". Ésa es una ley de Dios y ella está dispuesta a morir por dar sepultura a su hermano. Por consiguiente, Antígona era fundamentalista.

En ese sentido, me parece que una sociedad carente de semejante fundamentalismo deja de ser humana, porque cada hombre o cada mujer respetable es fundamentalista en algún punto. Hay que desconfiar de quien carece absolutamente de fundamentalismo, porque esa persona no se toma nada en serio. Charles Péguy definía el modernismo como la actitud de quien no cree en lo que cree. Y está bien llamar fundamentalista al que realmente cree en lo que cree.

Todo esto atañe particularmente a la juventud. En un momento como el que vivimos, los jóvenes cristianos deben tener conciencia de ser una élite; de lo contrario están perdidos. Eso se sabía muy bien en Rusia bajo el régimen soviético, donde eran considerados en todas partes como una élite espiritual. En un medio no cristiano, como el actual, un joven cristiano se encuentra en posición minoritaria y sólo podrá soportar dicha situación si tiene el sentimiento de pertenecer a una minoría superior; de lo contrario se dirá: "¿Pero por qué? Mejor proceder como todo el mundo". La humildad es cosa de adultos. Usted y yo seríamos necios si careciéramos de humildad, porque en el fondo habría falta de inteligencia; pero un niño o un joven necesitan estar orgullosos de un ideal que les exige generosidad para sostenerlo, como es el ser cristianos. Actualmente la Iglesia, sobre todo en Alemania, carece por desgracia de ese sentimiento de orgullo.

- Y en Rusia, a su juicio, ¿esto era diferente?

- Completamente. Por ejemplo, Tatiana Goritcheva, con la cual conversé, dice que todo el mundo miraba a los cristianos como una élite y que éstos, en la medida que vivían su cristianismo, sentían también que pertenecían a una élite espiritual. Es algo muy coherente con el ser cristiano. Tal vez nosotros, en el mundo occidental y desarrollado, no estamos preparados para actuar como ellos, pero sin duda estas personas, capaces de mantenerse firmes contra todas las presiones, declaradas o solapadas, son las más respetables que hay en el mundo. Además, pensaban para sí mismas que si las perseguían, era tanto mejor para ellas. Aquí, en cambio, puede ser más complicado. Se aplica en Alemania una especie de desprecio sobre los cristianos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario