
Revitalizar los pequeños grupos
- La vida social adopta, al parecer, cada vez más un sesgo privado. Ya no es la gloria de la patria, la justicia u otro valor metahistórico o absoluto lo que importa. Sí, en cambio, y sobre todo, el bienestar de los ciudadanos. Los individuos y los grupos postulan sus intereses, ideas o valores como públicos. Pero su naturaleza es la de las cosas temporales, relativas, que se adoptan y luego se dejan. ¿A dónde conduce todo esto? ¿Acaso al debilitamiento o quizás a la muerte de la vida pública?
- Muchos discrepan de mi posición, pero creo que no es posible cambiar voluntariamente y en forma directa esta tendencia. No me parece que pueda hacerse gran cosa. Más bien habría que empezar por aceptarla, pienso yo.

Hoy nos dirigimos, en realidad, hacia una situación semejante a la del Imperio Romano, donde el Estado ya no se encargaba de la vita beata, como en cambio sucedía en tiempos de la polis griega. Era simplemente una gran organización para garantizar la seguridad de los ciudadanos, y los valores humanos se realizaban verdaderamente en pequeños grupos, como en los cristianos que entonces vivían en las catacumbas o emergían de ellas. En la actualidad, cualquier esfuerzo por fomentar valores humanos en el ámbito público me parece -al menos en un contexto como el nuestro- destinado de antemano al fracaso. Por consiguiente, las perspectivas de una vida realmente humana deben desarrollarse en determinados grupos, fuera del ámbito del Estado. Hoy en día el Estado es la organización del bienestar, la organización de la distribución.

Pienso, asimismo, que para atender a la inquietud expresada, es necesario formar nuevas élites, pero ellas deben ser fundamentalmente ascéticas, es decir, no reclamar privilegios materiales. Si son élites desde el punto de vista material, en primer lugar no se acepta socialmente su influjo espiritual, y en segundo lugar dejan de ser tales, porque lo más común hoy es el querer ganar dinero. Conseguida una cierta igualdad material suficiente, en orden a un bienestar general básico y a la superación de la pobreza, se podría esperar que ello permitiera a las élites espirituales desarrollarse libremente. Pero éstas, insisto, para ser verdaderamente élites, deben ser modelo de cierta austeridad, y no caer en el absurdo de querer distinguirse por lo que es más común, por lo que todo el mundo quiere en la sociedad de consumo: los aparatos electrónicos, los grandes viajes de vacaciones, etc.
Texto completo en el enlace https://www.aceprensa.com/articles/la-resaca-del-relativismo/
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