lunes, 18 de julio de 2016

Efectos del relativismo

Jaime Antúnez
Fragmento de la entrevista de Jaime Antúnez Aldunate, director del suplemento Artes y Letras de El Mercurio (Santiago de Chile), a Robert Spaemann publicada por la agencia periodística Aceprensa con el título La resaca del relativismo el 17 de noviembre de 1993.

- Según Octavio Paz, el relativismo social propio de nuestros días tiende a convertirse en una nueva forma de absolutismo. Este absolutismo relativista tiene como fundamento el hecho de que las cosas no tienen valor, sino que tienen simplemente precio, y que pueden por lo tanto intercambiarse. ¿Qué puede usted decir al respecto?

- Creo que eso corresponde exactamente a nuestra situación. En este momento, como el marxismo ha muerto, es posible, tal vez por primera vez, rescatar algunas observaciones de Karl Marx. Me refiero a su descripción de la sociedad moderna como sociedad de mercancías, en la cual todos los valores se convierten en valores de cambio. En una civilización como la nuestra, donde cada valor es una mera variable o función de cambio, se busca un equivalente para todas las cosas y por consiguiente, en semejante situación, las obligaciones constituyen un elemento foráneo.

Por ejemplo, si en una sociedad se acepta únicamente la tesis según la cual todas las convicciones deben respetarse, el resultado es que ninguna convicción es respetada, es decir, no se respeta el hecho mismo de tener una convicción. Hay que tener hipótesis y solamente hipótesis. Por consiguiente, se trata de una civilización de hipótesis, y a la larga toda fe religiosa y toda relación personal, como el matrimonio o los votos sagrados, dejan de comprenderse, ya que según su naturaleza no son sustituibles por equivalentes.


Actualmente existe un filósofo norteamericano, Richard Rorty, que hace la propaganda de este tipo de sociedad. Según él, queremos tener una sociedad en la cual se reconozca una sola realidad: el dolor o el bienestar. El hombre de esa sociedad es, por consiguiente, exactamente lo que corresponde al "último hombre" descrito por Nietzsche. (1)

El vacío del relativismo

- ¿Una nueva forma de nihilismo?

- Sí, es lo que llamo el nihilismo banal. Después del nihilismo heroico, ahora tenemos el nihilismo banal. Y es muy peligroso. Por ejemplo, en nuestra juventud actual hay una gran tendencia a la violencia. Ya no se trata de una violencia justificada por un objetivo histórico, como la de izquierda; ahora es algo lúdico. Si le preguntamos a un joven por qué es tan violento, nos responderá riendo: "¿Y por qué no?" Y en las escuelas a la juventud ya no le interesan las ideas de emancipación y progreso de aquellos profesores que siguen siendo personas de izquierda. Es otra cosa: es la nada y el resultado es la violencia.

Me parece realmente criminal educar a los niños y a los jóvenes en el relativismo, porque eso significa que la vida no tiene importancia. Uno puede pensar de modos diferentes, pero contando con algún parámetro, teniendo algún criterio para optar, y para ello hay que saber también elegir los criterios. En el marco relativista, en cambio, la elección es ciega. Es la muerte del alma. En un contexto educativo así, antes de comenzar la vida, las almas ya han sido asesinadas.

(1) "La filosofía del último hombre es el nihilismo, para él todo es vano, de tal manera, que nunca aspira a los más altos valores, ya que estos no existen y sólo vive en un mundo de apariencias, sin convicción alguna, que tenga que defender." (Una explicación más extensa del concepto http://cultural.argenpress.info/2012/07/concepto-del-ultimo-hombre-en-nietzsche.html)

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