viernes, 22 de julio de 2016

Influencia televisiva

Fragmento de la entrevista de Jaime Antúnez Aldunate, director del suplemento Artes y Letras de El Mercurio (Santiago de Chile), a Robert Spaemann publicada por la agencia periodística Aceprensa con el título La resaca del relativismo el 17 de noviembre de 1993.

La frontera entre lo normal y lo anormal

Spaemann reflexiona a continuación sobre el papel destructivo de valores que a su juicio tienen ciertos medios de comunicación, especialmente la televisión:
Joseph Ratzinger (siendo cardenal)

- Tal vez las cosas son diferentes en su país, pero en cuanto a la televisión, al menos en Alemania, se ha perdido la batalla de los valores y principios. Quienes trabajan en ese medio de comunicación aplican casi únicamente el criterio del impacto para seleccionar los temas. De este modo, la tradición basada en valores normales de la vida no tiene ya espacio en televisión. Por ejemplo, existe un evidente interés por el nuevo Catecismo, que es un best-seller, y el tema no se puede obviar en la pantalla. Ahora bien, ¿cómo presentan el Catecismo en la televisión? Dejan hablar brevemente al Card. Ratzinger, ciertamente, pero luego aparece un señor Drewermann, un teólogo muy contrario al Papa y que todo lo impugna, considerando cada valor como tema de discusión, atacando incluso las cosas más normales de la vida.

Eugen Drewermann
La televisión destruye sistemáticamente la diferencia entre lo normal y lo anormal, porque en sus parámetros lo normal carece en sí de interés suficiente y siempre habrá entonces que enfrentarlo a una alternativa. Por lo tanto, ni la salud ni la verdad ni la belleza se respetan como valores. Veamos el ejemplo de la homosexualidad. El hecho de que ya no se persiga a los homosexuales como se hizo en tiempos del nazismo constituye un progreso. Pero ahora ya no se trata de eso, sino de una exigencia de que desaparezca la diferencia entre heterosexualidad y homosexualidad desde el punto de vista de la normalidad y la anormalidad. Se habla entonces de dos orientaciones sexuales, como si se tratara de algo simétrico. Sin embargo, de una orientación sexual depende la vida de la humanidad y la otra es una desgracia de carácter privado. Pero al decir que son dos orientaciones igualmente válidas, se destruye la idea de la normalidad.
estudio de televisión

Me parece que actualmente los medios de comunicación destruyen sistemáticamente la diferencia entre lo normal y lo anormal. No sé si peco de pesimista, pero creo que la dependencia de las personas de la televisión es el hecho más destructivo de la civilización actual. Y si los cristianos recuperan el sentimiento de élite, puedo imaginar que serán personas sin televisión. Yo nunca la he tenido, y mis tres hijos adultos no la necesitan. A lo largo de mi vida he hablado más por la televisión de lo que la he visto.

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