El hombre natural
La inconmensurabilidad * de una naturaleza naturalista del hombre con su personalidad se pone de manifiesto de modo ejemplar en el siglo XVIII en la construcción que Rousseau hace de la historia natural del hombre (9) .
Aristóteles había escrito que el hombre es por naturaleza un ser que habla y un animal político. Esta afirmación sólo es inteligible si partimos de un concepto teleológico de naturaleza. Pues el niño no empieza a hablar por sí mismo, ni existe una "lengua natural", y muchos hombres viven en comunidades que no tienen la forma de la polis. Lo que Aristóteles quiso decir es que el hombre, cuando se ha convertido en lo que "propiamente" es, habla racionalmente y vive en una comunidad de ciudadanos libres. El hecho de que para ello necesite la ayuda de otros hombres sólo es una confirmación de la naturaleza comunitaria del hombre. Pues "lo que podemos a través de nuestros amigos, es como si lo pudiéramos por nosotros mismos" (10)
Rousseau, por el contrario, pretendió entender la naturaleza del hombre haciendo abstracción de todas las condiciones históricas y sociales. Lo natural no se muestra al final, sino en la pureza del principio. Evidentemente, el modelo de Rousseau era el procedimiento de los teólogos de los comienzos de la Edad Moderna que apelaban al constructo de un "status naturae purae", divorciando así fictíciamente al hombre del contexto fáctico de la historia sagrada en la que está situado desde el principio y que hace posible considerar a Cristo como el Hombre ejemplar . Pero como también la razón del hombre es histórica, en esta abstracción radical de toda historia se pierde también la definición del hombre como animal rationale.
Por naturaleza, el hombre es un ser sin lenguaje y sin sociedad. El comienzo de la existencia histórica del hombre es interpretado como un "salirse de la naturaleza" y esa salida es entendida al mismo tiempo como una caída en el pecado y como recepción de una "llamada divina". Quien ha oído una vez esa llamada, ya no puede volverse atrás. Pero puede sin embargo envidiar a aquellos que no la han oído; porque no hay nada que hubiera podido inducir al homínido a salir del "status naturae purae".
Son factores contingentes los que ponen en marcha el proceso histórico de humanización. Ciertamente, las condiciones de posibilidad de tal "salida de la naturaleza" debían estar ya de alguna manera en la "naturaleza originaria del hombre". Rousseau habla de la "perfectibilté" como su decisiva condición de posibilidad. A pesar del sentido de la palabra, perfectibilité no significa nada teleológico. Quiere decir algo así como una potencia oboedientialis, no que el hombre apunte a un determinado estado de plenitud. No significa otra cosa que lo que la Antropología posterior ha caracterizado como una "apertura instintiva". El hombre es "libre" desde el principio en un sentido negativo, al no estar determinado por una integración instintiva en su medio. Y así, puede suceder que el hombre natural, en cualquier momento del curso histórico de los planetas y por causas contingentes, entre en un desarrollo que le convierta en hombre en el sentido de un ser histórico, moral y religioso.
Pero esta situación es un permanente estado de enajenamiento de la naturaleza. Historia y naturaleza se vuelven inconmensurables. El homme naturel originario reposa en sí mismo y no hay ningún motivo ni derecho para arrancarlo del seno de la naturaleza. Pero, a la inversa, tampoco hay ninguna medida "natural" para juzgar las maneras y formas de vivir del hombre, una vez que éste ha alcanzado una existencia histórico-personal. Persona y naturaleza se han convertido en lo inconmensurable por antonomasia. En ningún sitio puede verse tan claramente como en Rousseau la "doble verdad" de la antropología moderna.
(9) Cfr. R.Spaemann, Rousseau. Bürger ohne Vaterland, München 1980.
(10) Aristóteles, Etica a Nicómaco, 1112 b 25.
(10) Aristóteles, Etica a Nicómaco, 1112 b 25.
*inconmensurable:
Del lat. incommensurabĭlis.
1. adj. No conmensurable.
2. adj. Enorme, que por su gran magnitud no puede medirse.