miércoles, 22 de febrero de 2017

Trivialización del mundo

Del libro de Robert Spaemann LO NATURAL Y LO RACIONAL. ENSAYOS DE ANTROPOLOGÍA. Título original: Das Natürliche und das Vernünftige. Aufsatze zur Anthropologie, Piper, München-Zürich, 1987. Traducción: Daniel Innerarity y Javier Olmo. Segundo ensayo: Ser y haber llegado a ser. ¿Qué explica la teoría de la evolución?

2. Tres modos de reacción a la trivialización del mundo

Frente al proceso de desencantamiento del mundo -como lo ha llamado Max Weber- la autocomprensión del hombre puede reaccionar de tres modos posibles.


Primero, por resistencia teórica. En su expresión intelectual más elevada, fue encarnado en el siglo XVII por Leibniz, quien mostró cómo esta indiferencia de la realidad, convertida en un continuo pasivo estructurado por las leyes matemáticas de la naturaleza, supone ver la realidad desde una perspectiva externa. En sí mismo el mundo consiste, más bien, en puros centros espontáneos de fuerza, que son los sujetos de tales perspectivas. El mundo verdadero es una comunidad de centros de percepción que, con una diferencia de grado, son semejantes a nosotros. En nuestro siglo ha defendido esta interpretación del mundo Whitehead.


La segunda posibilidad es la del materialismo, que concibe al hombre como una parte especialmente compleja del mundo objetivo y sometido a sus leyes. No es sólo indiferente el mundo extrahumano; el hombre mismo participa de su indiferencia y toda representación de sentido sólo es comprensible como función de la conservación y el bienestar del ser que tiene esa representación, pero la existencia del hombre es en si tan indiferente como la de cualquier otra cosa. A favor de esta posibilidad está el Marqués de Sade. Es ciertamente un caso extremo y anormal, pero si los afectados negativamente por su conducta y a los que objetivamente les repugna comparten su visión materialista del mundo, sólo pueden entender su desaprobación como expresión de su desagrado subjetivo. Pero, en un mundo indiferente, este es un hecho tan indiferente como el agrado del Marqués que les causa desagrado. Y el desagrado de ellos forma parte incluso del agrado de él.


La tercera posibilidad está representada por el intento de Kant de concebir la subjetividad humana como condición de la objetivación del mundo y, precisamente por eso, pensar al hombre como sometido a las leyes del mundo objetivo si y sólo si se le hace objeto de consideración teórica. Pero como sujeto de esta consideración permanece, por principio, sustraído a dichas leyes, y como sujeto de acciones voluntarias está bajo una ley de libre autodeterminación de tipo completamente diferente. Se trataba de una inmunización de la autocomprensión humana frente a los resultados del proceso científico que no interfería en modo alguno con este proceso

Ciertamente Kant no se detuvo en la dicotomía de subjetividad sin mundo y mundo objetivo, sino que tomó en cuenta -de un modo muy digno de ser considerado- la circunstancia de que en el mundo tenemos que habérnoslas también con lo vivo, que no podemos pensar más que en analogía con aquella unidad que experimentamos en nosotros mismos, aunque el reconocimiento de tales totalidades orgánicas no sea una condición necesaria para que podamos hablar en general de objetos naturales. Es verdad que no hay un Newton del tallo de hierba. (1) Nadie ha logrado ni logrará -según Kant- construir un tallo de hierba, porque sus partes son de naturaleza orgánica hasta lo infinito.

Pero el programa de una reconstrucción de este tipo -en el sentido de una aproximación infinita- no es sin embargo contradictorio en sí mismo. Con esa salvedad, es incluso el único programa legítimo de una ciencia biológica. Reconocer algo como de algún modo semejante a nosotros no es un acto de la ciencia teórica sino un acto de libre reconocimiento que puede ser rehusado. También la llamada "evidencia del tú" puede ser teóricamente rechazada como una mera ilusión, y nadie está forzado a reconocer que otro tiene dolores. El reconocimiento sería -hablando kantianamente- un acto de la facultad reflexionante de juzgar; lo que sólo pone de manifiesto que Kant no llegó a aclararse suficientemente acerca de su estatuto. La solución kantiana del problema del cientificismo mediante la inmunización de la subjetividad frente al ataque de la ciencia objetivante, tuvo como consecuencia aquella indiferencia ideológica ante la formación de teorías y ante los resultados de esa ciencia, de la que se habló al comienzo.

(1) http://www.abc.es/ciencia/20150203/abci-newton-circulacion-plantas-201502031917.html


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