domingo, 3 de noviembre de 2019

Conocimiento del bien

Cuarto fragmento de la Conferencia pronunciada por Robert Spaemann en un Simposio de la Fundacion Siemens, en Munich, el 27 de mayo de 1997 titulada: Wie praktisch ist die Ethik? Publicada en en el libro de la editorial Eiunsa Robert Spaemann: Límites. Acerca de la dimensión ética del actuar con el título ¿En qué medida es práctica la ética?


Actuar en consecuencia


Quien quiere hacer la aplicación de una regla objeto de una nueva regla cae en un regressus in infinitum...


continuación



En las historias de la filosofía es habitual encontrar como «error socrático» (1) la idea de que el conocimiento teórico de lo que es «bueno» tiene forzosamente como consecuencia un buen actuar. Todo mal se basaría por tanto en un error sobre el bien. Más correcto es formular la concepción de Platón a la inversa: el conocimiento del bien no es en absoluto un conocimiento puramente teórico, sino que se distingue de la opinión racional sobre el mismo objeto en que la convicción es ya por completo indisociable de quien la posee, en que, por consiguiente, no es ya «puramente teórica».

Un argumentum e contrario (2) al respecto es la definición de la «megiste amathia», la «gran ignorancia», en Las Leyes (3). Se dice ahí que la ignorancia es la «no coincidencia de placer o displacer con la convicción racional». El conocimiento sería por tanto la coincidencia de placer o displacer con esa convicción. Y es que no puede ser de otra manera. Pues el conocimiento se diferencia de la doxa (4) en que tiene un fundamento.

El fundamento último es, para Platón, aquel que puede poner todos los contenidos en relación con el bien, pues el bien es, como se dice en La República, «fundamento de la realidad y la cognoscibilidad de las cosas» (5). Por lo tanto, no puede haber un fundamento ni fundamentación posible del bien. El conocimiento del bien no puede ser una doxa fundamentada, sino sólo aquella doxa que ha borrado todo atisbo de apariencia de que el bien podría tener cualquier contenido particular que pudiera ser relativizado con respecto a algo distinto, el placer o displacer por ejemplo.

Así, por ello, quien antepone el placer al bien sufre una ilusión óptica. En la práctica está tomando el bien sólo por un bien parcial, es decir, por un bien que tiene un precio que puede ponerse en una balanza frente al valor del bien. Sólo tiene conocimiento del bien quien ha entendido que el bien no tiene coste externo alguno frente al cual pudiera ponerse en una balanza. Mientras alguien todavía piense que ha de sacrificar algo por el bien, algo de valor inferior pero aún valioso, por ejemplo un beneficio o un placer, habita todavía en la caverna de la apariencia.

Por otra parte, con esto se soluciona también la aparente contradicción que hay en que Platón, por un lado, identifique la virtud con el conocimiento, pero que luego, al contrario que los estoicos, admita una pluralidad de virtudes. La pluralidad de virtudes vale para los que todavía habitan en la caverna de la apariencia, y para éstos -que son la mayoría- la virtud no es conocimiento. Esto se hace particularmente claro en la definición de Platón de la fortaleza como la «perseverancia en la convicción racional sobre lo que uno ha y no ha de temer» (6). En la medida en que se trata aquí sólo de una convicción y no de un conocimiento, la persona tiene la posibilidad de apartarse de esa convicción. Para no hacerlo en situaciones de amenaza o tentación, precisará de un hábito específico, justamente la fortaleza, la andreia.

Quien realmente sabe no precisa de ninguna fortaleza para perseverar en este conocimiento. El conocimiento es de tal manera uno con el conocedor, que la amenaza o la tentación nada pueden contra él. La amenaza me puede llevar a negar mi conocimiento. Pero si en determinada situación la negación del conocimiento contradice el bien y yo tengo asimismo un conocimiento del bien, eso significa lo siguiente: no temo la amenaza. Pues que alguien considera algo temible se muestra en que se asusta, o también en que permite que el temor determine su acción. Conocer el bien y hacer el bien son, por tanto, una y la misma cosa.

(1) El error socrático consiste en convertir la verdad en aquello que se ajuste a las regias lógico-racionales y en considerar falso lo que las contradiga. Fuente: https://www.apuntes.com/filosofia/nietzsche-ontologia-2
(2) Al decidir razonar por analogía, se puede seguir otro modo legal de razonamiento, el llamado argumento e contrario.
(3) Platón, Las Leyes, 689 a 8
(4) Términos griegos:
Andreia: Fortaleza. Valor o bravura.
Doxa: Opinión, creencia o juicio
Fuente: http://terminosgriegosdefilosofia.blogspot.com/2012/07/glosario-de-terminos-griegos-en.html
(5) Platón, La República, 509 b 5
(6) Platón, La República, 429 b 6

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