lunes, 22 de junio de 2020

Corrupción de la ética

Tercer fragmento del artículo de Robert Spaemann titulado Die Herausforderung des arulichen Berufsethos durch die medizinische Wissensehaft publicado en Medizinische Klinik, número 86 (1991). pp. 598-600, cuya reproducción traducida está extraída del libro de la editorial Eiunsa Robert Spaemann: Límites. Acerca de la dimensión ética del actuar con el título El desafío planteado por la ciencia médica al ethos profesional del médico.


Soluciones de compromiso


El «meta-punto de vista» que denominamos «ético» o bien es universalista, o bien es sólo una duplicación superflua de las máximas de acción que ya tenemos de todos modos por alguna razón y que intensificamos de modo superfluo con expresiones morales.


continuación



Ahora bien, ¿qué entendemos por reflexión ética y por punto de vista moral? De hecho, el concepto de «punto de vista moral» induce a error. Y es que en realidad no existe en modo alguno un punto de vista como ése, que en las decisiones relevantes para la acción estuviese junto a otros denominados «puntos de vista objetivos». Lo moral es un meta-punto de vista, no consiste sino en la ordenación correcta y justificable de todos los puntos de vista objetivamente relevantes, en una ordenación que guarde correspondencia con la jerarquía de los bienes implicados en un contexto de acción. Precisamente ahí se basa también la peculiar incondicionalidad de la exigencia moral.

No tiene realmente sentido alguno decir que en un determinado caso el punto de vista ético tiene que plegarse a otro punto de vista. En efecto, esa tesis significaría lo mismo que la tesis de que en determinadas circunstancias tenemos que renunciar a la solución de un conflicto que resulta obligada y objetivamente adecuada atendiendo al asunto y a la situación de que se trate: renunciar a ella ¿en favor de qué, en realidad? Es patente que en favor de una solución inadecuada, errónea atendiendo al asunto y a la situación de que se trate, en favor de una solución que contradiga la jerarquía de los bienes en cuestión.

Pero, ¿quién se atrevería a sostener algo así? Las decisiones inmorales significan lo mismo que decisiones poco o nada objetivas, decisiones que precisamente no se ajustan a la naturaleza del asunto de que se trata. Están basadas en el egoísmo -y por tanto en una actitud que asigna al propio interés una prioridad que no le corresponde- o bien pueden estar basadas en el altruismo, así pues en la concesión al interés de otro de una prioridad que no le corresponde sobre un interés propio quizá más elevado y urgente. Las decisiones inmorales pueden estar basadas en la pasión, en la pereza o -lo que todavía es peor- en una distorsión ideológica de la realidad. Esto último es peor, porque tiene lugar en concordancia con una conciencia deformada, y por eso es más difícilmente corregible que los errores que reconocemos como tales con mayor facilidad, cuando la buena voluntad es suficiente para proceder contra ellos. Que alguien esté siguiendo su conciencia, o lo que él tiene por tal, no es ya una garantía de que su decisión esté justificada moralmente.

Dado que el punto de vista moral es un meta-punto de vista como ése, no puede entrar en un conflicto legítimo con otros puntos de vista. Con frecuencia las soluciones de compromiso pueden ser necesarias y, así pues, estar éticamente exigidas. Pero precisamente por eso la ética, que es quien decide sobre la legitimidad de las soluciones de compromiso, no puede aceptar ella misma soluciones de compromiso sin corromperse. Pues, ¿desde qué punto de vista se podría juzgar esas soluciones de compromiso, y menos justificarlas?

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