La utopía como agente político
Experiencias y conocimientos de este tipo puede que hayan llevado a la Organización Mundial de la Salud a reflexionar sobre la problemática de esa especialización en sociedades poco diferenciadas. En este punto el especialista europeo tiene que o bien reducir sus pretensiones de perfección subordinándolas a los puntos de vista de la sociedad como un todo, y modificar su actividad para que se adapte a un «plan marco» que tenga en cuenta los intereses de toda la sociedad, o bien emprender una huida hacia adelante y declarar que precisamente ese plan marco cae dentro de sus competencias, para lo cual redefine en correspondencia con ello el objeto de su actividad. Este último camino es el que ha elegido la OMS.
Que hasta ahora no se hayan pronunciado contra esta excesiva ampliación del concepto de salud políticos y funcionarios de asuntos sociales, sino sólo algunos médicos, se debe a que esta ampliación favorece una tendencia muchísimo más amplia. Esto se aprecia en el hecho de que hay una serie de correspondencias exactas con esta redefinición. Voy a mencionar los conceptos de «paz» y «mayoría de edad». La más reciente investigación sobre la paz define «paz» como el estado de máximo despliegue posible de todas las energías y capacidades humanas. La más reciente ideología de la emancipación define «mayoría de edad» aproximadamente igual. Y la definición de salud lleva a su vez a lo mismo.
Alexander Mitscherlich |
Ahora bien, esos tres conceptos se refieren aproximadamente a lo que en la tradición de la filosofía política y de la teología recibía el nombre de «bien supremo». A los tres es común que el contenido al que hacen referencia es desplazado hacia lo utópico. Pues en el sentido de esta definición ninguno de nosotros está sano, nadie vive en paz y, como dice Alexander Mitscherlich, «ninguno de nosotros ha alcanzado hasta ahora la mayoría de edad».
¿A quién pueden interesarle esas creaciones conceptuales? Interesan, indudablemente, a todos los planificadores totalitarios de la sociedad. En un sistema social altamente diferenciado surgen difíciles problemas relacionados con la interdependencia de los distintos campos y subsistemas. El paciente que acude a la consulta es con frecuencia víctima de factores, por ejemplo el ruido o la contaminación atmosférica, sobre los que el médico sólo puede intervenir de modo muy indirecto. Y, a la inversa, las prescripciones del médico tienen consecuencias para los seguros de enfermedad, y las bajas por motivos médicos para la productividad laboral.
El concepto de salud ampliado, que parece dar al médico unas competencias universales, le quita en realidad sus competencias específicas y lo convierte en agente de una «felicidad» administrada por los organismos públicos. La autonomía relativa de los distintos campos es lo que da contenido al concepto de mayoría de edad y de libertad. En efecto, da al individuo la posibilidad de, en virtud de una decisión propia, permanecer en un «sistema» o en otro y servirse de sus servicios.
Jean-Paul Sartre |
Protección de las bases de datos, secreto bancario, prohibición de que el abogado revele asuntos de su defendido que sólo él conoce, silencio de oficio del médico o del confesor: todo esto es, naturalmente, opuesto a aquella transparencia de todos para todos que Jean-Paul Sartre ha vuelto a exigir recientemente como ideal emancipatorio. Pero es la condición de la libertad personal y de que no se obstaculice el progreso de los conocimientos y capacidades humanos que se desarrollan en los subsistemas y en su libre cooperación.
No podemos volver a la sencillez original de las culturas arcaicas. Sólo podemos remedarla de modo ideológico mediante la supresión de todos los límites que definen la autonomía de los campos. El médico que se siente obligado a procurar una salud tipo OMS sólo puede estar a la altura de su responsabilidad si se convierte en agente político.
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