lunes, 30 de enero de 2017

Reflexión sobre categorías políticas (5)

Fragmento del ensayo de Robert Spaemann SOBRE LA ONTOLOGIA DE «DERECHAS» E «IZQUIERDAS» Traducción del alemán: Juan Cruz Cruz

Educación y revolución

«Autoconservación» y «autorrealización» son las dos perspectivas directrices. Lo que ambas tienen en común es la ausencia de una idea de finalidad natural del hombre y de la sociedad. El concepto de telos se divide; los disjecta membra, en cambio, desatan energías, como una escisión atómica.

El papel más propio que jugó Rousseau en la historia moderna estuvo en representar en su persona ambos principios antagonistas al mismo tiempo. «No veo —escribe— un medio soportable entre la más estricta democracia y el más completo hobbismo». Rousseau niega la posibilidad de ser al mismo tiempo hombre y ciudadano (Bürger). Por eso la educación sólo puede ser o educación del hombre o educación del ciudadano. «Por naturaleza» el hombre no es ni un ser hablante y racional, ni un ser político.

Rousseau proyectó programas educativos para los dos: para el hombre y para el ciudadano. La educación del hombre es la educación antiautoritaria del Emilio. La educación del ciudadano es la educación totalitaria que se halla en su escrito sobre el Régimen de Polonia. Lo que Rousseau rechazaba era la idea de una educación mezclada, la cual engendraría un «doble hombre». Puesto que la naturaleza no es ya entendida teleológicamente, incorporarse en el estado significa salirse de la naturaleza. En el segundo Discurso habla Rousseau de la «voz divina» que llama al hombre a salir del estado de naturaleza. Pero quien no oye esta voz no tiene por qué inquietarse: puede permanecer en los bosques, sin contrariar la finalidad interna de la naturaleza humana.

Como Leo Strauss ha indicado acertadamente, el hecho de que el hombre natural —en el sentido anterior de «natural»haga valer sus pretensiones dentro del orden político trae inevitablemente consecuencias revolucionarias. Rousseau no ha previsto esto. Sus escritos políticos no tenían como fin este asunto. No fueron sus escritos políticos sino sus escritos «naturales» los que prepararon la sensibilidad revolucionaria antes de 1789. Sólo después de la revolución comenzaron sus escritos «civiles» —sobre todo el Contrato Social— a servir de documentos para legitimar los nuevos órdenes establecidos. «Voluntad general» es ya un concepto «de derechas». Representa el principio de conservación de la unidad política de un Estado. Rousseau mismo escribe que la voluntad general ha sido destruida por la moderna emancipación. Comenzó ya esta destrucción por medio del cristianismo, el cual es una «religión del hombre», una religión natural y nunca una religión civil.


Todo esto fue entendido muy bien por el vizconde de Bonald. Su crítica a la revolución se centra en el concepto de voluntad general. En la revolución ve él la revuelta del hombre contra la voluntad general. Reprocha a Rousseau que —a pesar de sus afirmaciones— ha entregado la voluntad general a la voluntad de todos, o sea, a una «voluntad del hombre», la cual trabaja incansablemente para destruir la voluntad general. Además, de Bonald fue el único que vio la conexión de esta escisión de la conciencia política moderna con la ambigüedad de la palabra «naturaleza». Intentó rehabilitar una concepción ideológica de este concepto y distinguió en este sentido entre el concepto de «naturel» y el de «natif». Según de BONALD, «el homme naturel» de Rousseu es solamente un «homme natif». «El irokés es un hombre natif; Bossuet, Fénelon, Leibniz son hombres naturels». El intento de BONALD para restablecer un concepto teleológico de naturaleza conduce, sin embargo, a una «teleología invertida»

Texto completo en: http://dadun.unav.edu/bitstream/10171/2196/1/05.%20R.%20SPAEMANN,%20Sobre%20la%20ontolog%C3%ADa%20de%20%C2%ABderechas%C2%BB%20e%20%C2%ABizquierdas%C2%BB.pdf

No hay comentarios:

Publicar un comentario