Conceptos correlativos
Esta posición contiene, por así decir, una verdad reflejada invertidamente, a saber, la verdad de que entre el qué y el cómo de nuestro discurso no puede haber un hiato absoluto para que el discurso sea posible. Y así ocurre de hecho: en la conversación entre tres, cualquiera puede confundir continuamente su papel de participante en la conversación con aquello de lo que se habla. En la consulta con el médico el paciente es a la vez el interlocutor y el objeto del diálogo. Si no pudiera mostrar al médico un “rostro legible”, entonces no tendría sentido siquiera iniciar la conversación. Hablamos con los bebés hasta que nos dirigen un rostro legible. Y nuestro hablar con ellos está esencialmente determinado en su pretensión de verdad porque ellos son siempre a la vez partícipes de un contexto vital simpatético.
Whitehead ha descrito toda relación cognitiva con actual entities como una integración de sus respectivos feelings. Si nuestros objetos no tienen una subjetividad -aunque sea rudimentaria y elemental- teleológicamente captada, entonces no podemos decir en realidad nada sobre ellos, sino sólo algo sobre nuestros propios estados cognitivos. Y tampoco podemos decir esto con pretensión de verdad, porque mal interpretamos sistemáticamente los estados propios si los entendemos como cognitivos.
No podemos hablar en absoluto sobre nuestros estados, sólo podemos expresarlos. Pero nadie podría entender estas expresiones. Así resulta la siguiente alternativa: o los interlocutores son sólo cosas, y las cosas son radicalmente opacas, o las cosas son también partícipes de un contexto vital, tienen también el carácter del ser-con y no sólo el status de la utilidad o de la presencia. Es decir, son naturaleza. Sólo si hay lo natural, lo que es de por sí y para sí mismo, puede haber razón. Pues sólo un ente así puede ser descubierto. Pero el descubrimiento de lo natural, el descubrimiento del ser por sí natural, es lo que llamamos lo racional. Lo natural y lo racional son conceptos correlativos. Ninguno es derivable del otro: la razón no lo es de la naturaleza, pues el dejar ser al ente no es derivable de aquel carácter originario del ser por sí mismo, que llamamos natural.
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