Reconciliación con la naturaleza
El que una vez descubrió que los esclavos negros también eran hombres, el que quiso dar entrada a los negros como sujetos del discurso, más bien provocó conflictos, y ciertamente de un modo doble: en primer lugar, conflictos con los hasta ahora participantes en el discurso sobre el reconocimiento de los nuevos seres como sujetos; pero, en segundo lugar, con los sujetos mismos, que naturalmente multiplicaron por su parte el potencial de conflictos posibles, pues se habían incorporado al status de aquellos que pueden exigir justificaciones. Pero hay ejemplos más actuales. El que reclama que en el trato con los animales se les considere como objetos de atenciones razonables y, por tanto, en este sentido, como "seres", trastorna sin duda un consenso hasta ahora existente. Y asimismo trastorna el consenso quien reclama respeto a la vida del hombre no nacido.
No obstante, en un sentido más profundo, la razón práctica es ciertamente reconciliadora. Pone de manifiesto aquellas reconciliaciones falsas que se basan en la exclusión de innumerables seres del círculo de aquellos que se han de reconciliar. El solipsista * no se tiene que reconciliar con nadie. Razón significa reconciliación con lo que está ante ella: con la naturaleza.
La teoría clásica del reconocimiento elaborada por el idealismo alemán es una teoría del reconocimiento mutuo. Por tanto, el reconocimiento conviene sólo a aquellos seres racionales que son capaces, por su parte, del acto de reconocer. Con ello se desconoce que ya la antigua teoría de la naturaleza era una teoría del reconocimiento, pues concedía al ente por naturaleza el ser por sí y la estructura del fin para sí, sobre la base de los cuales formamos con él una comunidad de seres naturales. Pues nos conocemos a nosotros mismos como seres cuya identidad es sólo la realización consciente de una unidad orgánica y vivida ya presupuesta.
Pero, sobre todo, el reconocimiento de un ser racional distinto sólo se puede realizar como reconocimiento de este ser en su naturalidad. Pues si lo reconozco sólo qua ser racional, entonces no es el otro sujeto lo que reconozco, sino mis propios criterios de racionalidad que encuentro realizados en él. Y en la medida en que no los encuentro realizados, le excluyo del reconocimiento (como menor de edad, como demente, como disidente o como hombre inmoral).
El que debamos reconocer como personas a todos los pertenecientes a nuestra especie pone de manifiesto que tenemos que considerar la racionalidad como nota natural de la especie, de cuyos privilegios participa cada uno simplemente porque participa de la naturaleza humana. Sólo en este supuesto se puede hablar en general de derechos del hombre. Pues sólo en este supuesto se sustrae del capricho de determinados hombres el reconocer o no reconocer a otros hombres los derechos humanos.
Y también la forma del reconocimiento de los seres racionales sólo puede ser la del respeto de su naturaleza, de su cuerpo, de su sexualidad, de su lenguaje. Precisamente porque todo esto, en su particularidad, representa potencialmente el todo, es esa particularidad suya la que ha de merecer nuestro respeto.
*Solipsismo: Forma radical de subjetivismo según la cual solo existe o solo puede ser conocido el propio yo
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