Sexto fragmento del artículo de Robert Spaemann titulado Daseinsrelativität der Werte publicado en Henkmann, W., Leonardy, H. (eds.): Person und Wert. Schelers «Formalismus» - Perspektiven und Wirkungen, Freiburg, 2000, pp. 29-46; cuya reproducción traducida está extraída del libro de la editorial Eiunsa Robert Spaemann: Límites. Acerca de la dimensión ética del actuar con el título La relatividad existencial de los valores
Utilidad de los valores
...uno puede mantenerse fiel a una jerarquía de valores también contra el interés propio. Renunciar a falsear los valores, aun cuando de ese modo pudiera uno mejorar su estatus, da ya en cualquier caso muestra de una cierta fortaleza personal que no extrae el sentimiento de su propio valor de la comparación con los demás.
continuación del epígrafe I
La pluralidad no sólo de las formas de ethos históricas, sino también de las reglas de preferencia de cualquier clase de estimación valorativa, se basa, según Scheler, en una diversidad de intereses. Y no de tal modo, como pretende por ejemplo el marxismo, que los valores sean sólo expresión de intereses. En el Formalismo se somete esta concepción a una crítica fulminante. ¿Por qué -dice aproximadamente Scheler- un trabajador es censurado y despreciado por sus compañeros porque él, guiándose por sus intereses personales, no participa en la huelga? (cfr. Gesammelte Werke, vol. 2, p. 187 y s.). «Daña la causa común», se dice. Pero ¿por qué debe interesarle la causa común cuando su ventaja propia será mayor si no presta atención a la causa común? En interés del grupo se podría intentar que desistiera mediante alguna mala pasada. Pero ¿por qué, además, la reprobación? ¿Por qué el desprecio moral? Porque, responde Scheler, la solidaridad es un valor que no se puede derivar simplemente de intereses. Con todo, ese valor sólo será reconocido socialmente si los intereses fundamentales de la sociedad no se oponen a dicho reconocimiento.
Y llegamos ahora a la explicación de Scheler del pluralismo ético. Scheler defiende decididamente la tesis de que las formas de ethos sólo adquieren relevancia social cuando eso es útil para satisfacer necesidades básicas y, así, estabilizar la sociedad. Por eso elogia Scheler el utilitarismo como la teoría que divulga este secreto (cfr. Gesammelte Werke, vol. 2, p. 188). La utilidad es el criterio de selección fundamental de las morales sociales. El utilitarismo -como, por lo demás, cualquier consecuencialismo- se contradice a sí mismo, por cuanto lo útil queda garantizado de forma mucho más estable cuando se recomienda como «bueno» en un sentido no referido a la utilidad. Así, la teoría del Estado de Thomas Hobbes no recibió una buena acogida por parte de los gobernantes absolutistas de su época, aun cuando esa teoría justificaba el absolutismo. Pero al derivar el derecho divino de los reyes a partir del egoísmo bien entendido de los ciudadanos, le robaba aquel esplendor que, según convicción de la época, era más apropiado para la estabilidad que la deducción racional de su razonabilidad. La utilidad, como muestra Scheler, no es la esencia de los valores, tampoco de los socialmente vigentes, esto es, útiles. Los mártires cristianos que daban testimonio de su fe no tenían en mente ninguna utilidad, tampoco la de la Iglesia. Pero esto vale también para el que, sacrificando sus propios intereses, hace algo socialmente útil; por ejemplo, el valeroso soldado que defiende su país de enemigos externos, o el combatiente de la resistencia que lo defiende de un dominio tiránico. Se los honrará también si sufren la derrota, y no sólo en la perspectiva de las luchas futuras, sino también en el caso de que no sean ya de esperar tales luchas. Con todo, en este caso los honores públicos serán cada vez menos útiles y, probablemente, poco a poco irán desapareciendo, pero no el respeto y la admiración de aquéllos que siguen siendo capaces de percibir el valor de un sacrificio abnegado. El discurso del «cambio de los valores» es para Scheler tan carente de sentido como lo sería hablar de un cambio de los números o de un cambio de los colores. Lo que se transforma son siempre únicamente las normas y reglas de preferencia socialmente relevantes.
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