martes, 5 de enero de 2021

Trascender la contingencia

Segundo fragmento de la Conferencia titulada Lo ritual y lo moral, presentada en las XL Reuniones Filosóficas, que bajo el título De la ley a la virtud. Proyecciones de la filosofía moral de Cicerón en el pensamiento europeo * tuvieron lugar en Pamplona los días 2, 3 y 4 de mayo de 2001. Publicado en Anuario Filosófico de la Universidad de Navarra, volumen 34, número 3 (2001), páginas 655 a 672. 

Rito sacral

El hablar ritual es el paradigma del hablar performativo, es decir, aquel hablar en el que coinciden la intención y el significado: crea la realidad que nombra...

continuación

A diferencia de los rituales cotidianos, que arrebatan nuestra actuación profana de la contingencia radical a través de lo que denomino "sobredeterminación", el rito sacral no es una sobredeterminación de esta índole y, por tanto, tampoco un rodeo y un retraso en la consecución de metas profanas sino, por así decir, un fin en sí mismo, representación inmediata de lo divino e inserción de la vida individual en un contexto vital global.
 
Ambos modos del ritual se relacionan mutuamente y sólo pueden desarrollarse en esta relación. Sólo allí donde hay rituales de sacrificio y otros rituales sacrales específicos en los que esté presente lo divino como tal, sólo allí se impide que los rituales cotidianos degeneren en fórmulas ceremoniales vacías. Sólo allí donde se recuerda lo no contingente, lo absoluto como tal, sólo allí las ceremonias cotidianas conservan su capacidad de superar lo contingente y de transmitir sentido. Pero también es válido lo contrario, y esto resulta de mayor importancia en este orden de ideas: las cosas y acciones de la Lebenswelt (mundo vital) sirven como símbolos de la vinculación de lo humano con lo divino en ritos sacrales tan sólo cuando su utilización cotidiana está configurada previamente de forma ritual.

Existen la cena vitae aeternae, y la Última Cena, sólo porque el pan es siempre más que pan y porque también la comida que sirve para nuestra alimentación física es por regla general comida ritualizada, incorporada a múltiples entramados significativos. La comida es reunión familiar, festejo entre amigos y celebración de determinados acontecimientos, "comida de trabajo", etc. Y cuando se bendice la mesa la relación significativa se hace más patente. La comida se sustrae así a la esfera de lo contingente. Y por ello es posible que en la cena sacral se invierta la relación entre símbolo y realidad: el pan en la misa no es más que el símbolo de la realidad de la unión del hombre con Dios, hecho el Hombre-Dios presente.

Cuando el mundo cotidiano se desritualiza de modo creciente, y se degrada en contingencia radical, la utilización sacral de sus elementos resulta cada vez más incomprensible. El rito religioso se convierte en un cuerpo extraño. Ningún intento de despojar los mismos ritos de la Iglesia de sus rasgos rituales y de asemejarlos a la profanidad del mundo cotidiano puede cambiar las cosas. O bien se recorre este camino hasta el final y se renuncia por completo a cualquier rito religioso o, por el contrario, hay que acentuar lo extraño del rito, hay que utilizarlo como "alienación" y precisamente así llamar la atención sobre una dimensión de la realidad totalmente distinta, no contingente. Si un rito cumple con estas premisas, preserva a la vez la acción y el mundo cotidianos de la degradación en mera tecnología disponible para fines arbitrarios. Salva la humanidad del hombre, es decir, salva el ethos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario