Gozo de las cosas bellas

(continuación)


Leibniz comenta esta definición repetidas veces, así por ejemplo en una carta a Spanheim del 20 de febrero de 1699 diciendo:
"Si j'achetois un beau tableau de Raphael pour le revendre avec gain, je serois intéressé. Mais si c'etoit seulement pour le plaisir que je trouverois à le voir, cela repondroit au pur amour".
Se impone la objeción de que un cuadro al fin y al cabo no es capaz de experimentar felicitas. Leibniz aduce él mismo esta objeción en otra carta a Magliabecchi en la que designa el gozo de un cuadro de Rafael como una "imago quaedam amoris" puesto que el mismo cuadro "felicitatis non capax est". ¿Cuál es entonces el análogo de la felicitas en la obra de arte? Leibniz contesta: la perfectio. El gozo es para Leibniz —en buena tradición platónica—sólo el modo de manifestarse la perfección, por tanto, de ser elevado.
En Leibniz se añade el hecho de que atribuye a todo ser una especie de subjetividad, a saber "percepciones", de modo que el gozo de la felicidad ajena o de la perfección ajena estructuralmente es lo mismo. (Por cierto, igual que Alfred North Whitehead que atribuye a cada "actual entity" un estado de "satisfaction".) Del mismo modo, Leibniz habla también repetidas veces en sus cartas del "plaisir ou satisfaction dans la felicité ou dans la perfection d'autruy". Y en una carta publicada por Grua modifica la definición del amor de tal modo que sustituye simplemente "felicité" por "perfection". "Aimer est trouver du plaisir dans la perfection d'autruy".

Aquí tenemos, por tanto, la razón para la analogía entre el gozo de las cosas bellas y la benevolencia que dispensamos a los seres vivos, pero particularmente a las personas. La obra de arte es un análogo del "ente por naturaleza" porque él mismo es un centro de significación que podemos percibir y que no se agota en lo que significa en el contexto de nuestras circunstancias vitales. Al igual que cualquier ser vivo, también la cosa bella crea su propio horizonte de significación. Y sólo así es real en el sentido pleno de la palabra; como en todo lo real su determinación es infinita.

Ahora bien, es una característica del hombre distinguir entre ser y apariencia y referirse a lo real más allá de su apariencia. Nosotros sabemos que el otro es más de lo que sabemos de él y lo respetamos por este superávit. Es decir, lo respetamos como persona. Los meros seres naturales no conocen ninguna naturaleza fuera de la propia y por esto ni conocen la suya propia. Todo lo que encuentran es para ellos entorno. No pueden comprenderse como entorno de otro. Sólo pára los hombres existe lo que llamamos physei onta. Sólo en los hombres la naturaleza se alcanza a sí misma. Que el arte imite la naturaleza tiene por ello su más profunda significación en el hecho de que el arte produce objetos análogos a los physei onta, cosas que no se definen simplemente por lo que significan para nosotros en cada caso, sino que requieren de nosotros que les hagamos justicia, es decir, que se comprendan adecuadamente.
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