jueves, 31 de marzo de 2016

El sentido del sufrimiento

Fragmento de un texto de Robert Spaemann titulado El sentido del sufrimiento. Distintas actitudes ante el dolor humano (Über den Sinn des Leidens) que forma parte del libro Einsprüche, christliche Reden publicado por Einsiedeln en 1977

La pregunta acerca del sentido del sufrimiento es la pregunta acerca de la experiencia de la falta de sentido, pues justamente en esa experiencia consiste el verdadero sufrimiento. ¿Qué sentido tiene la experiencia de lo sin-sentido? ¿Tiene esa pregunta algún sentido? Es seguro que no apunta hacia ningún tipo de instrucciones para conseguir experiencia: el sufrimiento es el límite de la praxis. El sufrimiento es aquello contra lo cual yo, al menos de momento, nada puedo hacer. La réplica de quien, hablando del sentido del sufrimiento, afirmase que debe ser combatido allí donde se dé, justifica de hecho el sufrimiento, y no debe ser tenida en cuenta como tal réplica. Porque no se pregunta cómo podemos disminuirlo, sino qué sentido tiene aquella situación en la que todos nuestros esfuerzos para disminuirlo o evitarlo llegan a un límite. Todos experimentamos alguna vez tales situaciones: los esfuerzos humanos llegan a su fin, y sucede lo que no queremos. El tema «sentido del sufrimiento» es idéntico al tema: «sentido de lo que no queremos, de lo que nadie puede querer para sí mismo».

martes, 29 de marzo de 2016

¿Personas contra la dignidad humana?

Fragmento de la intervención de Robert Spaemann con el título Engendrado, no hecho en el Congreso Internacional "El embrión humano antes de la implantación. Aspectos científicos y consideraciones bioéticas", que se celebró en el Vaticano, con motivo de la XII Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida celebrada el 27 y 28 de febrero de 2006. Traducción de José María Barrio Maestre

Trasladémonos por un momento a la desenfadada anarquía del cenáculo filosófico donde sólo cuenta el argumento. Cabría pensar que tienen razón quienes, como Norbert Hoerster, propagan la idea de renunciar a los derechos humanos y sustituirlos por los derechos de las personas. Por tanto, persona sólo pueden considerarse aquellos seres humanos que satisfacen determinados criterios, por ejemplo, los que poseen la capacidad actual para la autoestima, de tal forma que su dignidad como persona sólo puede ser lesionada mediante acciones que realmente privan al individuo de la autoestima.

Nida-Rümelin entiende por tales no las acciones dirigidas contra la vida humana, sino el escaso "respeto a la forma individual de vida correspondiente, así como los valores, normas y convicciones fundamentales que le son debidos". Ese respeto sólo puede ser dispensado, como es natural, a seres que poseen tales convicciones. Sin embargo, lamentablemente, todo es falso en esta tesis. En primer término salta a la vista que existen seres humanos que son tratados de la forma más humillante y violados de muchas maneras sin que padezca su autoestima. La autoestima de los verdugos nazis del 20 de julio de 1944, presumiblemente sufrió más por su propia conducta represora que la autoestima de sus víctimas.

 No obstante, no deseo insistir en el punto más débil del argumento de Nida-Rümelin. En su favor, renunciaré a hacerlo, y señalaré solamente aquellas acciones que puedan lesionar la dignidad humana y que están en claro contraste con la autoestima de la víctima. Según él, poseen la dignidad humana únicamente quienes son conscientes de ella y, en consecuencia, capaces de autoestima.

 También en los círculos filosóficos existen los protocolos de la "carga de la prueba", o sea, las formas de repartir la obligación de fundamentar las tesis. La tesis de quienes desean sustituir los derechos humanos por el derecho de las personas negando el ser personal a gran parte de la familia humana presenta un lastre argumental considerable, pues contradice la tradición general, no solamente europea, sino también la ética de la Humanidad. Su auténtico presupuesto estriba en afirmar que somos seres humanos y, por ende, acreedores de un reconocimiento de la consiguiente dignidad humana, pues los miembros normales de la familia humana poseen determinadas cualidades como la autoconciencia, la autoconsideración y otras análogas. De ahí se deriva que exclusivamente aquellos individuos poseedores de dichas propiedades tengan derecho a tal respeto o consideración.

 Si esto fuera así, entonces serían dignas de aprecio las cualidades y situaciones que nosotros estimemos, y no las de los portadores, que a veces pueden encontrarse en tales circunstancias y a veces no. El representante más destacado de esa teoría empírica radical, Derek Parfit, sostiene que el individuo que despierta del sueño es una persona distinta de quien se duerme, pues precisamente al dormirse la persona cesa en su existencia. Esto, desde luego, es consecuente con dicha teoría, pero tal consecuencia contraintuitiva únicamente demuestra lo absurdo del supuesto.

 Si somos conscientes de que tenemos hambre, el hambre realmente empieza no con el llegar a tener conciencia de ella, sino con el hambre misma que primeramente era inconsciente, y que después se convierte en hambre auténtica. Análogamente, todos nosotros decimos: "Yo fui concebido en tal fecha, y en tal otra nací después, en tal época y día". Y los hijos preguntan a su madre: "¿Qué pasaba mientras me llevabas dentro?" El pronombre personal "yo" se refiere no a un yo consciente, que en el claustro materno ninguno de nosotros tenía, sino a la vida incipiente del ser humano, que más tarde aprendería a decir "yo" y, a decir verdad, porque otros seres humanos le están diciendo "tú" antes de que pueda él mismo decir "yo". Aunque ese ser no aprendiera nunca a decir "yo" por alguna invalidez, le pertenece el título de hijo, hija, de hermano o hermana en una familia humana, y así, en la familia de la Humanidad, que constituye una comunidad de personas. Únicamente existe un criterio fiable respecto a la personalidad humana: la pertenencia biológica a la familia humana.

Parece complicado, pero basta con poseer la intuición de las personas corrientes para comprender lo que D. Wiggins escribe: "Persona es todo ser viviente que pertenece a una especie cuyos miembros típicos son seres inteligentes, dotados de razón y reflexión, y capacitados de una forma característica por su dotación física para considerarse a sí mismos, en diferentes momentos y lugares, como los únicos individuos pensantes que existen" (Sameness and Substance, Oxford, 1980).

Así las cosas, sobran las especulaciones escolásticas sobre el comienzo temporal de la personalidad. Tomás de Aquino creía en la activación divina, al tercer mes de ser concebido el ser humano, de un alma espiritual e inmortal que se extrae de su estado vegetativo. El Parlamento inglés cree que el feto es persona a los quince días de vida. Todas estas especulaciones devienen ociosas toda vez que el óvulo fecundado contiene el programa genético completo en su DNA. El comienzo de cada uno de nosotros es imprevisible. Es preciso que en el momento oportuno lo que es concebido por seres humanos se desarrolle autónomamente en una figura humana en crecimiento y que pueda contemplarse como "alguien", que no debe ser utilizado como "algo", por ejemplo como almacén de órganos de repuesto simplemente en favor de otros. Aunque ese "alguien" esté enfermo grave o incapacitado. Aun en el caso de aquellos experimentos de congelación que llevaron a cabo los nazis en los campos de concentración, como es sabido, a favor de otros enfermos.

Finalmente Nida-Rümelin quiere tranquilizarnos diciendo que se ha extendido el perverso argumento que predica, y que es válido porque la cuestión de los embriones está abierta, y si no lo hacemos nosotros, otros se beneficiarán de este lucrativo negocio. Tal argumento marca el final de toda ética. También en la naturaleza se produce la muerte violenta de seres humanos, y finalmente todos hemos de morir. ¿Pero nos está permitido, por ello, matar? Nadie es responsable de todo lo que sucede. Responsables somos, más bien, de lo que hacemos.

Texto completo en arvo.net/embarazo-y-aborto/engendrado-no-hecho/gmx-niv827-con17167.htm

lunes, 28 de marzo de 2016

Utilización de embriones humanos

Fragmento de la intervención de Robert Spaemann con el título Engendrado, no hecho en el Congreso Internacional "El embrión humano antes de la implantación. Aspectos científicos y consideraciones bioéticas", que se celebró en el Vaticano, con motivo de la XII Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida celebrada el 27 y 28 de febrero de 2006. Traducción de José María Barrio Maestre

Tropezamos ya aquí con el segundo aspecto de carácter ético contenido en la mencionada resolución del Parlamento británico: la clonación terapéutica. Desgraciadamente, esto constituye una falacia semántica. Lo que en este caso sucede con los embriones humanos no es terapia en modo alguno, sino todo lo contrario: esos embriones serán eliminados, muertos, y precisamente lo serán, al servicio de procedimientos científicos, los que claramente tienen vida, aquellos que quizá alguna vez habrían llegado en el futuro a contribuir a la aparición de una cifra indeterminada de seres humanos, a quienes se podría haber proporcionado una vida mejor, y tal eliminación se produce a pesar de que la ciencia ya está en el mejor camino para conseguir el mismo objetivo que pretenden los "exterminadores" pero a base de células madre extraídas de individuos adultos.

La objeción ética contra esa eliminación es clara: la resolución parlamentaria en cuestión constituye un ataque contra la dignidad humana que desde el punto de vista ético, resulta inadmisible por someter unos seres humanos a otros utilizándolos exclusivamente como medios al servicio de los intereses de aquellos otros. Contra esta objeción se intenta ratificar que los seres humanos no son tales en la fase temprana de su existencia y, consecuentemente, carecen de la dignidad adscribible al ser humano. La resolución del Parlamento inglés no se basa tanto en esa tesis como en la opinión operante en la legislación británica de que la vida humana del embrión comienza con la denominada anidación, con la implantación del óvulo fecundado en el útero de la madre, catorce días después de la concepción. No voy a discutir aquí esta tesis, si bien la interpretación de quienes alertan de las imprevisibles consecuencias de tantos excesos puede parecer en Inglaterra algo exagerada, mientras que en Alemania se basan inequívocamente en tales tesis.

El caso es que el nuevo ministro nombrado en la República Federal Alemana, para colmo especialista en bioética, asume impasible las mencionadas consecuencias imprevisibles. Julian Nida-Rümelin cuestiona precisamente en un artículo publicado en Tagesspiegel, no sólo la dignidad humana, es decir, el carácter de fin en sí de los embriones antes de la anidación, sino incluso la de todos los seres humanos que "carecen de la capacidad de autoestima o de autoconciencia".

 "La consideración de la dignidad humana –escribe– es apropiada cuando se cumplen ciertos supuestos, cuya carencia suprime la dignidad del ser humano, quedando éste incapaz de la autoestima. (…) La autoestima de un embrión humano no puede sufrir daño alguno". Tampoco la de un niño de un año, ni la de los minusválidos, ni la de quienes duermen. Christian Geyer ha advertido ya en el Frankfurter Allgemeine Zeitung sobre la terrible magnitud de este sector de seres humanos al que Nida-Rümelin niega la dignidad humana. La cuestión sorprende aún más al advertir que precisamente Nida-Rümelin no ha renunciado todavía a su acerba crítica al consecuencialismo y, con ella, a determinadas ideas en torno a los deberes incondicionales, categóricos. Pero al igual que Peter Singer y Norbert Hoerster, no incluye entre los mencionados deberes el respeto a la dignidad del ser humano. Así, no tiene nada en contra del "uso" de embriones, aun en el caso de que desapruebe la clonación de seres humanos por otros motivos, similares a los que he citado anteriormente.

 En los cenáculos filosóficos ha de poderse plantear cualquier monstruosidad. Aquí, la apelación a autoridades de pretendido prestigio en todo caso se permite como un argumento prima facie. Por el contrario, si un ministro de nuestro país se pronuncia en su primera contribución oficial al debate, después de su nombramiento, contra el primer artículo de la Ley Fundamental según la jurisprudencia vinculante del Tribunal Constitucional, y sin tener en cuenta para nada la validez de dicha interpretación, entonces existe un motivo importante de preocupación. En una jurisprudencia continuada ya desde hace dos décadas, el Tribunal Constitucional formula la siguiente proposición: "Donde hay vida humana corresponde atribuirle, consiguientemente, la respectiva dignidad humana; no es determinante que el portador sea consciente de dicha dignidad, ni que sea capaz o no de defenderla por sí mismo. Las capacidades potenciales que se han incorporado al ser humano desde el principio son suficientes para fundamentar tal dignidad humana" (Sentencias del BVG, vol. 39, 1, p. 41).

 La mencionada sentencia enuncia exactamente lo contrario que lo formulado en la exposición del ministro. Pone de relieve una tradición jurídica congruente con esa sentencia, cuya no observancia contradice el principio fundamental de nuestra Constitución. En todo caso, Nida-Rümelin, al igual que Norbert Hoerster, a la vista de la tesis extremadamente pobre que proponen, dan pie para pensar que no consideran en absoluto el mandato de protección que el Tribunal Constitucional exige para los no nacidos.

El profesor de Filosofía Nida-Rümelin es muy dueño de tener por falsa o por "lírica constitucional" la propuesta del mencionado Tribunal. El derecho fundamental a la libertad de opinión incluye igualmente el de manifestar opiniones acerca de la Constitución y, felizmente, esto no se supedita a la esclavitud de lo políticamente correcto. No obstante, el titular de un cargo público no debería permitirse manifestaciones de carácter inconstitucional como las que hemos visto, sin consecuencias de ningún tipo. Tales manifestaciones llevan a temer lo peor en perjuicio del ordenamiento jurídico vigente y, además, amenazan la vida de miles de seres humanos a quienes, según los criterios ministeriales, no alcanza la protección de su dignidad y, por tanto, solamente constituyen objeto de aquella "consideración" que prescriben las leyes de protección de los animales para los cerdos antes de ser sacrificados. No nos engañemos: no pocos de nuestros contemporáneos han comenzado a pensar en esa dirección.

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domingo, 27 de marzo de 2016

Terapia genética

Fragmento de la intervención de Robert Spaemann con el título Engendrado, no hecho en el Congreso Internacional "El embrión humano antes de la implantación. Aspectos científicos y consideraciones bioéticas", que se celebró en el Vaticano, con motivo de la XII Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida celebrada el 27 y 28 de febrero de 2006. Traducción de José María Barrio Maestre

Existe una forma única de manipulación genética que parece invulnerable a tales objeciones: las intervenciones terapéuticas en el proceso embrionario, a través de las cuales deberían ser eliminados los factores que predisponen a las diversas enfermedades. Aquí no se trata de conseguir algunas "mejoras" en el individuo, sino de eliminar los defectos ostensibles. Mas, ¿en qué consiste un defecto ostensible? ¿En una aberración del standard de "salud" según la Organización Mundial de la Salud, a saber, en un no alcanzar el estadio óptimo representado como la capacidad de rendimiento objetivo y de bienestar subjetivo bajo ciertas condiciones culturales dadas? Este concepto de salud corresponde aproximadamente a lo que los griegos entendieron por eudaimonía. En la Unión Soviética la disidencia era interpretada en categorías psiquiátricas. Los disidentes no estaban en armonía con la standard oficial y, por tanto, sufrían bajo la normalidad imperante. Lo curioso es que, por su desadaptación, parecía que "deseaban sufrir".

Los psicofármacos en que se apoyaba tal normalidad probablemente se habrían podido ahorrar a la larga por medio de intervenciones genéticas. Así, no se habría llegado al sufrimiento. Y, naturalmente, tampoco al "sufrimiento" al que se deben algunas de las más grandes obras de la poesía y de la música.

Aquí salud debería significar el mínimo normativo de capacidad de un organismo para sobrevivir de manera autónoma sin grandes dolores. Hay unas cuantas enfermedades y, tomando nuevamente la analogía del "mercado", encontramos aquí una ya antigua distorsión de aquél, en lugar de emplear las posibilidades que nos ofrece la medicina moderna para obviar la mencionada selección natural que produce la enfermedad. ¿Debería prohibirse esa deformación "mercantilista" que intenta una especie de compensación genética por medio de intervenciones terapéuticas? Apenas puede discutirse que la llamada terapia somática genética resulta en último término una variante de las intervenciones médicas tradicionales, teniendo en cuenta que con ellas podrían eliminarse casi con seguridad transformaciones no deseadas en la patología embrionaria del paciente.

No obstante, también en los citados casos deben excluirse las intervenciones en tal proceso, dado el estado actual de la cuestión, y ello precisamente porque los intentos de establecer una técnica de éxito reconocido inevitablemente conducirían a una "investigación utilizando embriones". Las células embrionarias fertilizadas para ese uso científico, al servicio exclusivo de la investigación de este tipo, podrían sin ese uso haber llegado a constituir nuevas vidas humanas.

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sábado, 26 de marzo de 2016

Manipulación genética

Fragmento de la intervención de Robert Spaemann con el título Engendrado, no hecho en el Congreso Internacional "El embrión humano antes de la implantación. Aspectos científicos y consideraciones bioéticas", que se celebró en el Vaticano, con motivo de la XII Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida celebrada el 27 y 28 de febrero de 2006. Traducción de José María Barrio Maestre

La naturaleza humana típica, al igual que toda naturaleza humana individual, tiene que ver con una cadena de casualidades. ¿Podría considerarse malo sustituir la casualidad por una planificación racional, como afirma el argumento en favor de la manipulación genética? ¿Cómo podríamos deplorar la posibilidad de optimizar la herencia humana según un plan debidamente organizado?

Lo realmente perverso se puede observar preferentemente en la visión de quienes encuentran en esa posibilidad algo especialmente bueno. En los tristemente célebres simposios Ciba, de los años sesenta, todo esto parecía aún un horizonte lejano, de suerte que quienes en ellos participaban se manifestaron de manera bastante imprudente acerca de tales visiones. Según éstas, deberían fabricarse individuos inteligentes, adaptables a las condiciones de la vida moderna, así como a las necesidades de posibles viajes interplanetarios, inmunes a toda enfermedad, pero también individuos que sean genéticamente como "abejas obreras", naturalezas esclavas que, sintiéndose felices, prestan servicios considerados inferiores. La objeción de que ningún padre se prestaría a la cría de tales niños esclavos no se sostiene, pues si alguna vez esa identidad cualitativa de futuros individuos fuese planificable, tal planificación ya no se dejaría en manos de los padres, pese a que la profesora Judith Mackay, perteneciente a la Organización Mundial de la Salud, haya afirmado en Berlín: "Quien desee descendencia, podrá elegir sus futuros hijos con el color del pelo o el coeficiente intelectual que desee".

Una sociedad de gente puramente idéntica a Einstein o a Boris Becker, por poner algún ejemplo, es tan poco posible como una sociedad que a causa de la tradición o de la moda pudiera inclinarse preferentemente por producir una descendencia masculina o femenina. Como ya vio Huxley, sería inevitable una planificación económica de la biología humana. Sin embargo, en lo referente a la planificación social de índole global ya tenemos suficiente experiencia, a lo largo de medio siglo, con lo ocurrido en el ámbito económico con la subordinación a la competencia en los numerosos intercambios comerciales de los negocios diarios en el "mercado". Los países que se han prestado a ese gran experimento todavía necesitarán muchas décadas para recuperarse de sus consecuencias. Pueden hacerlo, y enmendar los daños, pero en lo relativo a las consecuencias que atañen a la planificación biológica humana no podrán hacerlo.

Hay que tener en cuenta, no obstante, que todavía faltan criterios para poder considerar que verdaderamente se ha avanzado sistemáticamente en las cuestiones acerca de la genética humana. ¿En qué consiste realmente un individuo ideal? ¿Qué es mejor: ser más inteligente, o ser más feliz? ¿O más afectuoso, más creativo, más sobrio, más robusto o más sensible? Basta plantearse la cuestión para enseguida reconocerla absurda. Además, constituiría una insoportable soberbia por parte de la generación presente el querer dominar a la generación futura de tal forma que ésta se deba hasta en sus aspectos más esenciales a las caprichosas preferencias de sus antecesores. Lamentablemente, la realidad vuelve a sobrepasar, en este aspecto, nuestras más horribles predicciones. Entre tanto, la Human Fertilization and Embriology Authority, que vigila en Gran Bretaña el proceso de la fecundación in vitro, prepara la autorización oficial de la selección de bebés sordos nacidos de padres sordos, y la destrucción selectiva de los embriones sanos. La portavoz del Royal Institute for Deaf People aclaró, a este propósito: "En el caso de que una pareja con sordera se someta a un tratamiento in vitro y decida tener un hijo sordo, esta elección debe considerarse lícita y permisible. Nosotros apoyaríamos esta decisión". El despropósito no parece conocer límite. Naturalmente, cada quien debe algo de su herencia genética a la preferencia de sus padres. Pero esa preferencia no afecta directamente a representaciones detalladas acerca de las cualidades singulares de la descendencia. "No creáis que yo pensaba en vosotros cuando estaba con vuestra madre", ha dicho Gottfried Benn.

La acción socializadora sobre los hijos –la educación– presupone su existencia ya genéticamente determinada. Esa educación no puede programar el futuro según los deseos de los que viven en el presente. El futuro resulta de lo que los hombres venideros hagan con lo que reciban en herencia. Pretender prever esto de una vez, es decir, sustituir la educación por la programada selección del individuo desde su origen, como propone Sloterdijk, destruiría lo que nos une a nuestros hijos: la común naturaleza. "Engendrado, no hecho", dice el Credo de Nicea acerca del Hijo de Dios, lo que también es válido para el origen individual de todo hombre, incluso de aquellos que no creen en algo así como un Hijo de Dios.

Hans Jonas
Las objeciones específicas contra la clonación de seres humanos ya fueron formuladas hace mucho tiempo, y con mayor énfasis, por Hans Jonas. Los seres humanos tienen derecho a un futuro sin trabas, a un futuro abierto, de modo que no se les imponga tener a la vista un mellizo treinta o sesenta años mayor. Incluso si alguien intentara obviar las respectivas previsiones naturales viviría obsesionado ante la posibilidad de ese mellizo o trillizo. Además, las expectativas de un hombre son siempre el resultado de una feliz combinación de predisposiciones y de situaciones históricas. Y, por otro lado, teniendo en cuenta que las situaciones históricas singulares no se pueden reproducir, carece de sentido intentar lograr una identidad genética. El propósito de eliminar el factor tiempo pone de relieve lo que constituyen tales manipulaciones: una perversidad.

Texto completo en arvo.net/embarazo-y-aborto/engendrado-no-hecho/gmx-niv827-con17167.htm


lunes, 21 de marzo de 2016

Bello, bueno y ético

Extracto de una entrevista Marcela García y Manfred Svensson a Robert Spaemann * publicada en la revista Nuestro Tiempo

"Alguien podría preguntarse qué queremos decir aquí con “bello”, en lugar de decir simplemente “bueno”. Pero me parece que tiene mucho sentido que los griegos hayan llamado bello a lo que nosotros llamamos moralmente bueno. Lo que ellos llamaban bueno nosotros lo llamamos conveniente, útil, bueno para mí. La tesis de Platón era que lo bello es también bueno para mí."

"Me parece que cuando sólo se define el bien a partir de la finalidad última a la que tienden las acciones, el hombre se vuelve dependiente de futuristas e ideólogos."

"…me parece que la libertad y dignidad del hombre dependen de que pueda decir que hay ciertas cosas que no está dispuesto a hacer."

"…es bello lo que está en armonía con la propia naturaleza."

"Lo que está en conformidad con la naturaleza de un ser vivo también tiene que incluir las condiciones bajo las cuales puede sobrevivir a largo plazo."

"Creo que lo ético es simplemente la vida buena."

"… las personas han olvidado de qué cosas es capaz el ser humano cuando se le permite todo. Se imaginan que el hombre después de todo es muy pacífico y que hay que dejar que haga lo que le venga en gana."

"La ética antigua y medieval había sido fundamentalmente una enseñanza sobre la virtud."

"Si miramos luego a Kant, vemos que todo el acento está puesto en la disposición interior."

"En la Edad Media, en cambio, se distinguía entre las facultades superiores e inferiores."

* Nuestro tiempo. Números 613-614. julio-agosto 2005. Páginas 26 a 39

domingo, 20 de marzo de 2016

Vida, sufrimiento y muerte

Extracto de una entrevista Marcela García y Manfred Svensson a Robert Spaemann * publicada en la revista Nuestro Tiempo

"La vida consiste en un conjunto de impulsos naturales que luego integramos de un modo ético. Aristóteles afirma que la acción buena comienza con una orexis, un impulso. Luego viene la segunda instancia, la razón, que evalúa el asunto y reflexiona si es razonable o no seguir dicho impulso."

"Sufrir es a veces el precio que se debe pagar. Y si no se está dispuesto a pagarlo, la vida puede volverse muy pobre."

"… el dolor funciona como una señal de que la vida está siendo amenazada."

"… la muerte, salvo que se muera de modo repentino, es un completo padecer, una total pasividad en la cual ya no podemos hacer nada más. Pero creo que es uno de los rasgos más específicamente humanos el poder transformar incluso esa pasividad pura en un acto humano: el modo como el hombre enfrenta el sufrimiento, no animal ni sordamente, con simple resignación, sino aceptándolo cuando no lo puede cambiar."

"El programa de eliminar el sufrimiento del mundo a toda costa implica en primer lugar echarse encima una falsa responsabilidad."

"El ser mortal del hombre es la condición para que la vida tenga sentido y para que las cosas que encontramos en ella nos sean preciosas."

* Nuestro tiempo. Números 613-614. julio-agosto 2005. Páginas 26 a 39


sábado, 19 de marzo de 2016

Dios y la filosofía

Extracto de una entrevista Marcela García y Manfred Svensson a Robert Spaemann * publicada en la revista Nuestro Tiempo

"La doctrina de Dios corresponde siempre a la Filosofía, porque pertenece a la racionalidad."

"…en los siglos XV y XVI llevó a desarrollar el constructo de una “natura pura”. Se razonaba del siguiente modo: “todo lo que el hombre desea o anhela por naturaleza, tiene que ser de tales características, que también la naturaleza le dé los medios para alcanzarlo. Es imposible que un ser esté dotado de un anhelo pero sin los medios para alcanzar lo anhelado”. Esa tesis es la que llevó al constructo de una naturaleza pura, sin gracia, sin pecado. Tomás de Aquino afirma, por el contrario, que hay en el hombre un anhelo natural pero que sólo puede ser satisfecho desde fuera. Y en este contexto cita a Aristóteles: “lo que podemos a través de nuestros amigos, lo podemos en cierto sentido a través de nosotros mismos”. La relación entre Dios y un creyente es una relación de amistad, y ahí viene a cuento la cita: a través de Dios cumplimos este anhelo. Se podría dar otro ejemplo de cómo es esta naturaleza a partir del hecho de que los hombres somos por naturaleza seres dotados de lenguaje. Hay que aprender el lenguaje para desarrollar plenamente la humanidad. Y, sin embargo, ningún hombre aprende por sí mismo a hablar, sino que lo aprende siempre de otros, desde fuera. Lo que es por naturaleza sólo se alcanza con ayuda externa. En este caso todavía permanecemos dentro del campo de lo humano, de la sociedad humana. Pero es una analogía que muestra que los anhelos naturales también tienen que ser satisfechos desde fuera de la propia naturaleza, y eso se confirma en el anhelo de conocer a Dios. No podemos ver a Dios si Dios no nos mira primero. Eso está en el mismo concepto de Dios. No se puede ver a Dios de espaldas: ver a Dios es ser visto por Dios. Así los Salmos dicen: “muéstranos tu rostro y estaremos salvados”. Si Dios no se muestra, no se le ve. Está en la naturaleza del hombre el deseo de ver a este Alguien, pero se cumple sólo si este Alguien se muestra."

"… si partimos de que el mundo es inteligible, de que nos presenta un rostro inteligible, ya estamos presuponiendo que Dios existe."

"…lo que el hombre piensa de sí mismo depende de que exista Dios o no."

* Nuestro tiempo. Números 613-614. julio-agosto 2005. Páginas 26 a 39

viernes, 18 de marzo de 2016

Noción de persona y teología

Extracto de una entrevista Marcela García y Manfred Svensson a Robert Spaemann * publicada en la revista Nuestro Tiempo

"… podemos afirmar que a través del cristianismo se abrió toda una serie de nuevas posibilidades al pensamiento, las cuales han influenciado muy fuertemente a la filosofía." 

"… tomemos nuestro concepto de persona. En la Antigüedad “persona” significa el rol del actor, así como aún hoy en el teatro se habla de las personas y los actores: las personas son los roles. Cuando San Pablo escribe que Dios no hace acepción de personas, se refiere a esto: Dios no se fija en el rol social, sino en el corazón del hombre."

"Las discusiones trinitarias y cristológicas permitieron desarrollar un concepto de persona que permitiera distinguir entre persona y naturaleza, o entre persona y esencia. Así, en la doctrina de la Trinidad tenemos una esencia divina que existe en tres personas, y en la cristología tenemos por el contrario dos esencias, dos naturalezas, unidas en una persona. Esto implica que lo que alguien es no es cualitativamente idéntico con su personalidad, sino que la personalidad implica un determinado tipo de autorrelación. Y esa idea de persona como autorrelación sólo llegó al mundo a través de la teología cristiana.
Uno podría preguntarse si esta idea seguirá estando siempre vinculada a la Teología. La respuesta es que no: la noción de persona se ha emancipado de la Teología. Pero no estoy seguro de que no se pueda volver a perder si se llega a borrar su trasfondo. En el caso del concepto de persona veo ese peligro. Algunos replicarán que eso es cuestión de fe y que la filosofía no puede hacerse dependiente de los contenidos de la fe. A eso yo respondería que la filosofía debe acoger la mayor cantidad posible de experiencias y que cuanto más rica sea la experiencia que entra en la reflexión, tanto mejor para la filosofía. Y si las experiencias de fe de la humanidad han ayudado a ampliar significativamente la conciencia, entonces sólo puede ser bueno para la filosofía el aprovecharse de ello, acogiendo esta riqueza de experiencia."

* Nuestro tiempo. Números 613-614. julio-agosto 2005. Páginas 26 a 39


jueves, 17 de marzo de 2016

Sartre y la moralidad

Extracto de una entrevista Marcela García y Manfred Svensson a Robert Spaemann * publicada en la revista Nuestro Tiempo

"Jean-Paul Sartre escribió una vez, en sus Cahiers pour une morale, que un ateo necesariamente debe ser un consecuencialista, es decir, que debe asumir esta idea de una responsabilidad total, ya que, si no es él, tampoco hay otro que sea responsable por el mundo como un todo."

"¿Pero por qué escuchar entonces al que no es creyente? La suya también es una determinada visión del mundo. Jean-Paul Sartre vio eso con mucha claridad. Cierta vez dijo que no querer ensuciarse las manos moralmente (pues afirmaba que debemos estar preparados incluso a cometer crímenes para buscar lo mejor) en realidad es ser un egoísta, alguien que sólo busca conservar su propia pureza. Salvo, dice Sartre, que se trate de un creyente. En ese caso es posible que la motivación no sea egoísta, sino que alguien decida no hacer algo por honrar a Dios, ya que Dios ha prohibido dicha acción. Con esto Sartre en el fondo está diciendo que necesitamos una motivación religiosa para realizar lo racional."

* Nuestro tiempo. Números 613-614. julio-agosto 2005. Páginas 26 a 39

miércoles, 16 de marzo de 2016

La tarea de los filósofos

Extracto de una entrevista Marcela García y Manfred Svensson a Robert Spaemann * publicada en la revista Nuestro Tiempo

"De partida, los filósofos no tienen ninguna tarea. Deben pensar. No deben, sino que quieren pensar. Quieren, como dice Hegel, comprender lo que es en verdad, comprender la realidad. A través de eso cumplen indirectamente con una tarea: mantienen abierta la humanidad del hombre. Pero no tienen por qué pensar en una tarea. Desde luego no deben dejarse engañar; tampoco deben dejarse intimidar. Deben tener confianza, deben confiar en su razón. Se puede decir que vivimos en una época que ha desesperado de la racionalidad, y es tarea de los filósofos cristianos confiar en la razón, precisamente por el hecho de que creen en Dios."

"El filósofo no sabe nada que el resto de las personas no sepa, pero él defiende el saber del hombre común y corriente en contra de los sofistas."

* Nuestro tiempo. Números 613-614. Julio-agosto 2005. Páginas 26 a 39