Existe una forma única de manipulación
genética que parece invulnerable a tales objeciones: las intervenciones
terapéuticas en el proceso embrionario, a través de las cuales deberían ser
eliminados los factores que predisponen a las diversas enfermedades. Aquí no se
trata de conseguir algunas "mejoras" en el individuo, sino de
eliminar los defectos ostensibles. Mas, ¿en qué consiste un defecto ostensible?
¿En una aberración del standard de "salud" según la Organización
Mundial de la Salud, a saber, en un no alcanzar el estadio óptimo representado
como la capacidad de rendimiento objetivo y de bienestar subjetivo bajo ciertas
condiciones culturales dadas? Este concepto de salud corresponde
aproximadamente a lo que los griegos entendieron por eudaimonía. En la Unión
Soviética la disidencia era interpretada en categorías psiquiátricas. Los
disidentes no estaban en armonía con la standard oficial y, por tanto, sufrían
bajo la normalidad imperante. Lo curioso es que, por su desadaptación, parecía
que "deseaban sufrir".
Los psicofármacos
en que se apoyaba tal normalidad probablemente se habrían podido ahorrar a la
larga por medio de intervenciones genéticas. Así, no se habría llegado al
sufrimiento. Y, naturalmente, tampoco al "sufrimiento" al que se
deben algunas de las más grandes obras de la poesía y de la música.
Aquí salud
debería significar el mínimo normativo de capacidad de un organismo para
sobrevivir de manera autónoma sin grandes dolores. Hay unas cuantas
enfermedades y, tomando nuevamente la analogía del "mercado",
encontramos aquí una ya antigua distorsión de aquél, en lugar de emplear las
posibilidades que nos ofrece la medicina moderna para obviar la mencionada
selección natural que produce la enfermedad. ¿Debería prohibirse esa deformación
"mercantilista" que intenta una especie de compensación genética por
medio de intervenciones terapéuticas? Apenas puede discutirse que la llamada
terapia somática genética resulta en último término una variante de las
intervenciones médicas tradicionales, teniendo en cuenta que con ellas podrían
eliminarse casi con seguridad transformaciones no deseadas en la patología
embrionaria del paciente.
No obstante, también en los citados casos deben
excluirse las intervenciones en tal proceso, dado el estado actual de la cuestión,
y ello precisamente porque los intentos de establecer una técnica de éxito
reconocido inevitablemente conducirían a una "investigación utilizando
embriones". Las células embrionarias fertilizadas para ese uso científico,
al servicio exclusivo de la investigación de este tipo, podrían sin ese uso
haber llegado a constituir nuevas vidas humanas.
Texto completo en arvo.net/embarazo-y-aborto/engendrado-no-hecho/gmx-niv827-con17167.htm
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