3. La provocación de la teoría de la evolución. Génesis versus validez
(continuación)

Pero este supuesto tiene que ser abandonado cuando se trata de aquel modo de hablar en el que el discurso trata acerca de lo incondicionado, es decir, aquel en el que las expresiones "bueno" y "malo" son usadas en otro sentido que el de "bueno para x, si x quiere A" o "bueno, adecuado para la consecución o conservación de un determinado estado". La interpretación evolucionista de la ética entiende el uso de la palabra "bueno" en este último sentido. Y también aquí vale, otra vez, lo anteriormente dicho: no rechaza la aplicación de la palabra "bueno" en el sentido de lo incondicionado, pero tampoco ofrece una traducción científica adecuada de ese modo de hablar, sino una interpretación funcional del mismo.

Al igual que las danzas de la lluvia de los indios hopi que -como reconocen casi todos- no provocan la lluvia, pero cumplen la importante función de mantener unida a la tribu, así también al hablar de "bien" no corresponde en cuanto tal nada objetivo, pero se podría mostrar cómo ha surgido este modo de hablar y para qué es bueno: para un ser que reflexiona, la motivación para el cumplimiento de funciones supra-individuales no obedece, generalmente, al instinto sino a imperativos conscientes. Dado que la reflexión suspende o relativiza el contenido de esos imperativos -que no siempre están a favor de la satisfacción inmediata de los impulsos- están dotados del equivalente instintivo de la "incondicionalidad", que compensa la potencial infinitud de la reflexión relativizante.

Vistas así las cosas, la teoría de la evolución tendría que ser entendida precisamente como la victoria de esta reflexión relativizante. Al afirmar la funcionalidad de lo incondicionado para la conservación de un fenómeno absolutamente condicionado -como, por ejemplo, el de la vida humana sobre la tierra- suprime su incondicionalidad. Al explicarla como útil y útil para su ser, suprime este ser. La afirmación de que es bueno conservar la vida humana sólo significa entonces que hacer esto conserva la vida. Pero, como ha mostrado G.E.Moore, esa no es una traducción adecuada.
(1) En síntesis el Tractatus trata de lo que se puede decir y de lo que no se puede decir. Es el intento de hallar una explicación satisfactoria del modo en que significan las proposiciones elementales. Para Wittgenstein una proposición es una representación lógica y sólo como representación puede expresar su sentido. El sentido de una proposición es independiente de que lo representado sea verdadero o falso, es más bien la posibilidad de la verdad o de la falsedad. Lo importante es la existencia de una correlación entre los distintos elementos de la representación y la realidad; estos vínculos con la realidad, no obstante, no son establecidos por la misma representación, sino por la persona que la usa ya que la proposición no puede decir qué es y qué hace cuando representa la realidad. Eso sí, puede mostrarla o ponerla de manifiesto.
(https://opusprima.wordpress.com/2009/12/30/lo-decible-y-lo-indecible-en-wittgenstein-i-la-ciencia/)
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