Zanahorias envenenadas
continuación
La seducción moderna a este respecto queda dramáticamente expuesta en la novela de Walker Percy El síndrome Tánatos. En ella, mediante la introducción de determinadas sustancias en el agua potable de una zona de los EE.UU. se provoca una profunda modificación de la personalidad de la población. La justificación de ello es que de ese modo «de la noche a la mañana la delincuencia callejera se reducirá en un 85%, los malos tratos a niños en un 87%, los suicidios de adolescentes en un 95%, los malos tratos a las esposas en un 73%, los embarazos de adolescentes en un 87%, los ingresos en hospitales por depresión, adicción a los medicamentos y neurosis fóbica en un 79%, el SIDA en un 76%». El precio que hay que pagar por ello es una profunda modificación de la personalidad, que llega hasta el uso habitual del lenguaje y la conducta sexual.
Walker Percy |
A lo largo de la novela se pone de manifiesto de qué modo se puede abusar de las personas así deformadas. Naturalmente, también se integra en ese contexto un programa de eutanasia. Y esta novela muestra en definitiva las terribles consecuencias de una actitud en la que determinadas personas, en este caso médicos, se apoderan de la identidad de sus semejantes, primero para fines que en apariencia son evidentemente beneficiosos, pero que al cabo no son sino criminales. Los argumentos de los partidarios de esta manipulación parecen irrefutables. Son irrefutables en el instante en el que cedamos a la sugestión de que tenemos que responder de todos los males que habríamos podido evitar, aunque su evitación sólo hubiese sido posible mediante modos de actuar que en nuestra calidad de hombres no están a nuestra legítima disposición. De lo que en realidad no podemos responder, de hecho, es de la identidad de una persona.
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