jueves, 19 de septiembre de 2024

Dar de lo que se tiene

Undécimo y último fragmento de la conferencia de Robert Spaemann titulada Sobre el ánimo para la educación. En alemán Über den Mut zur Erziehung publicada en el Frankfurter Algemeine Zeitung el 14 de abril de 1978. Incluido en libro de Robert Spaemann: Límites. Acerca de la dimensión ética del actuar, editorial EIUNSA, capítulo 42.

El diálogo como herramienta

Civilización científica, movimiento por la emancipación, son palabras clave que caracterizan nuestro mundo de manera fundamental. Cuando dije que son obstáculos para la educación, no lo dije con la esperanza de poder eliminar esas trabas. Y en lo que se refiere a las convicciones no relativistas: podemos estar muy convencidos de su valor sin por ello tenerlas ya. No podemos simplemente hacernos con ellas para el fin de la educación. Fundamentalmente, antes de que pueda hablar sobre la educación uno ha de preguntarse cómo quiere vivir y vive. La inmediatez no puede producirse a voluntad, eso contradice su concepto. ¿Qué significa entonces
«ánimo para la educación»? Es un granuja quien da más de lo que tiene. En todo caso, en la educación esta bellaquería conduce necesariamente a la revolución cultural. Lo que digo es que hemos de preguntarnos de qué recursos vivimos en realidad, y la pregunta acerca de cómo deben vivir nuestros hijos no hacen más que impulsarnos a ello. Algunas cosas que se dicen hoy públicamente, en realidad sólo puede decirlas gente que no tiene hijos o que ya no cuenta con ellos.

Pero no es que no tuviéramos nada. Precisamente ésa es una de las sugestivas ilusiones de las cuales hemos de guardarnos. El proceso de desencantamiento de la propia ciencia ya ha comenzado. Ha comenzado en la teoría de la ciencia, en la medicina y también en la pedagogía. El escepticismo histórico ha rebasado su punto culminante. La tesis de la capacidad de verdad de los intereses, en la que coinciden el neomarxismo de Habermas y la ética del diálogo de la escuela de Erlangen, es un redescubrimiento que no debemos abandonar, aunque en cualquier caso sólo superará su palidez académica y mostrará todo su sentido cuando se haya liberado de la ligazón a la ideología de la emancipación y de la fe en el poder del diálogo para crear valores. El diálogo es una instancia que pone a prueba los valores, no una instancia que crea valores.

Entonces estamos sin duda con Platón y con una nueva filosofía de la educación que es al mismo tiempo la más vieja. Platón fue el descubridor del diálogo científico, pero también fue quien conocía sus límites y quien supo distinguirlo de esa conversación familiar de la que surgen las ideas que en último término importan y de las que también se sirve el diálogo si no ha de ser vacía sofistería. Así, y con ello quisiera terminar, escribe Platón en la carta séptima:
«Uno no puede en modo alguno expresarse sobre ello -a saber, sobre lo que es el bien- con determinadas expresiones escolares como sobre otras materias didácticas, sino que a partir de la frecuente conversación familiar así como de la íntima convivencia surge de repente esa idea en la mente, como surge la luz a partir de una chispa, y se abre después ella misma camino».


No hay comentarios:

Publicar un comentario