Décimo fragmento de la conferencia de Robert Spaemann titulada Sobre el ánimo para la educación. En alemán Über den Mut zur Erziehung publicada en el Frankfurter Algemeine Zeitung el 14 de abril de 1978. Incluido en libro de Robert Spaemann: Límites. Acerca de la dimensión ética del actuar, editorial EIUNSA, capítulo 42.
Alentar el factor de unidad

Por lo demás, toda convicción moral auténtica tiene vocación
misionera. Quien está en contra de la tortura no dice: «en mi medio cultural se
ha desarrollado a una idiosincrasia contraria a la tortura», más bien quiere
que también otros, todos, estén en contra de la tortura. En los años 50 los
norteamericanos querían convertir a todo el mundo a la democracia
parlamentaria. Esa visión desconocía la relatividad histórica de las formas
constitucionales. La campaña de hoy en día en favor de los derechos humanos,
por el contrario, hace una labor misionera con contenidos que encuentran la
anuencia de todo el mundo de forma tan inmediata porque, está claro, realmente
se expresa ahí algo que conlleva una evidencia universal, aun cuando
históricamente no se haya formulado hasta tarde y sólo en el mundo cristiano
europeo. Y la lógica aristotélica también fue una lógica del pensamiento humano
en general. ¿Y por qué, curiosamente, el lenguaje de Beethoven se entiende en
todo el mundo y en todas partes se estudia con verdadera avidez?

El propio relativismo histórico surgió en Europa. Es el último
paradójico indicio de la universalidad del espíritu europeo. Si Europa
abandonara este universalismo, se abandonaría a sí misma. Con respecto a la
ciencia, hoy nadie discute eso. La ciencia se ha convertido en un fenómeno
universal. Para nosotros hoy en día lo importante es que redescubramos el ethos
de esa ciencia que es complementario a ella misma, pero que de ninguna manera
es fundado por ella: un ethos que, no obstante, puede elevar la misma exigencia
de universalidad. De otro modo, en la era postmítica ya no hay manera de
transmitir un ethos. Este ethos universal no puede ser simplemente el de la
emancipación. La idea es ciertamente sugestiva. Marx la expresó en su escrito Sobre
la cuestión judía: El hombre ha de convertirse simplemente en un ser
perteneciente a su especie, el judío debe dejar de ser judío, el alemán de ser
alemán, pues toda forma histórica determinada del ethos es solo plasmación de
la dominación.La ideología de la emancipación es, por así decirlo, la conclusión del
escepticismo histórico. Si en lo que se transmite no está contenida la verdad,
por reducida y desfigurada que esté, entonces la tradición es precisamente solo
heterodeterminación. Y sin duda la educación real sólo puede entonces
significar: hacer un hombre nuevo.
La esperanza de que emancipación sea la palabra clave
para la paz, de que la paz será la consecuencia necesaria si los contenidos
vinculantes de la vida sencillamente caen y las contradicciones de ellos
resultantes quedan neutralizadas, esta esperanza nos engaña desde hace ya tres
siglos. En las últimas semanas hemos visto como un estadista musulmán se
dirigía a los judíos y les ofrecía la paz (1). No apelando al carácter ilusorio
de lo que hasta entonces los había separado, sino apelando al patriarca común
Abraham. Eligió para su visita la fiesta del sacrificio de Abraham. Como es
natural, esto tenía sentido únicamente porque cualquier niño del Estado de
Israel conoce esa historia. Y contar historias es precisamente una de las cosas
más importantes de la educación.
(1) Se refiere a Anwar el-Sadat en su visita a Jerusalén en 1977 cuando era presidente de Egipto. Fue asesinado en 1981.
-continuará-
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