La primera exposición coherente de las disposiciones operativas que constituyen la vida lograda -la praxis racional- se debe a Aristóteles. Para denominarla, se sirvió del neologismo de reciente creación ética. El término en cuestión se formó a partir de la palabra griega ethos, que de designar la morada habitual pasó a significar la disposición estable o el conjunto de hábitos y costumbres que sustenta nuestra acción y la dirige, al tiempo que se modifica y reproduce gracias a ella. Para distinguirla de la filosofía teórica, Aristóteles llamó también a esta disciplina filosofía de las cosas humanas (Etica a Nicómaco 1181b 15).
Si la vida se debe
configurar como una totalidad acabada, enjuiciable desde el punto de vista de la vida lograda, los
individuos particulares han de entender los propios presupuestos
institucionales como condiciones de aquélla y ponerse de acuerdo con sus
semejantes sobre ellos. Esto a su vez no es posible más que en la polis,
en una comunidad de ciudadanos libres. Por eso puede decir Aristóteles que,
como ser racional, el hombre no alcanza la vida que le conviene, ni realiza su naturaleza fuera de ella. La conocida proposición aristotélica el hombre es por
naturaleza un animal político no quiere decir que viva, como las
hormigas o las abejas, en unidades sociales, sino que sólo logra realizar su
naturaleza conviviendo con los demás en una comunidad política. Sólo la
convivencia de este tipo es, al menos para la mayoría de los hombres, una vida
lograda. La polis es una comunidad de casas y de familias con el fin de vivir
bien, de conseguir una vida perfecta y suficiente (Politica, 1280b 30-35). De ahí que
la política, como doctrina que trata de determinar si las instituciones políticas
son o no adecuadas para crear las condiciones de la vida lograda y si son o no
conformes con la naturaleza, aparezca en Aristóteles junto a la ética.
No deja
de sorprender, por lo demás, que la polis no se defina como comunidad de
hombres, sino como comunidad de casas y familias. Aparece, así, un tercer elemento de la
vida lograda que media entre la ética y la política: la casa y la estirpe,
la empresa económica y la familia, es decir, unidades que sobreviven a los
individuos. Estas consideraciones no pretenden ocuparse detenidamente de la
importancia de esas unidades intermedias sin las que, de hecho, no puede haber
sociedades libres. Entenderlas exclusivamente como agentes de socialización significaría desconocer
su entidad propia y su autonomía, y favorecer aquella deformación de la vida social que
designamos con el nombre de totalitarismo.
La teoría de la casa como unidad económica, la oikonomia, es para
Aristóteles la última de las tres disciplinas que la tradición peripatética reúne
bajo el título de filosofía práctica.Texto completo en el enlace www.disc.ua.es/~gil/seleccion-de-articulos.pdf "Artículos filosóficos y teológicos. Capítulo 11. Páginas 131 a 145"
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