jueves, 11 de agosto de 2016

Gestionar lo negativo

Fragmento de la entrevista de Burkhard Haneke a Robert Spaemann publicada en la revista Politische Studien, número 372, Juli/August 2000, páginas 9-22 con el título POLITISCHE STUDIEN-Zeitgespräch mit dem Philosophen Robert Spaemann zu Fragen im Umfeld von Politik, Ethik und Christentum. Traducida en interrogantes.net con el título Robert Spaemann, “Política, ética y cristianismo”. Traducción del alemán: José María Barrio Maestre.

¿Cómo superar hoy lo negativo? ¿Cómo gestionar lo imperfecto: el sufrimiento, la necesidad, el defecto físico, la muerte? ¿Estamos preparados para manejar inteligentemente estas realidades? ¿Qué supone para la vida humana el hecho de que cada vez nos sea más difícil integrar de forma inteligente y plena de sentido sus páginas más negativas?


Werner Bergengruen
De nuevo estamos ante algo que tiene que ver con el retroceso de la Religión, pues ésta era la que en primer lugar suministraba a los hombres la posibilidad de tratar el tema del sufrimiento y de la muerte con todo su sentido. Los hombres siempre se preocupan por evitar el sufrimiento y aplazar la muerte. No podría ser de otra manera, y ello es razonable. Pero a cada vida humana real le corresponde manejarse con aquello que no se puede cambiar, de tal forma que se convierta en un aspecto lleno de sentido. Un verso de Bergengruen dice: “Cada dolor te hace más rico”. Cuando simplemente marginamos el hecho de que hemos de morir, lo así reprimido se somatiza al modo de un temor difuso que nos penetra y que intentamos liberar en el trabajo o por medio de la diversión. Digo diversión, no alegría, pues ésta no se basa en la represión. Hoy, sin embargo, algunos párrocos recomiendan incluso su misa porque de ese modo “uno se divierte”. Se puede asistir a la muerte y resurrección de Jesucristo con alegría, pero la diversión desde luego no es la categoría correcta que ahí se pueda aplicar.

El temor a la muerte como algo completamente desconocido también está relacionado con el hecho de que la mayoría de los hombres nunca han visto morir a nadie. Saben que se les viene encima algo por lo que han de pasar, pero a lo que a ningún otro hombre han visto dominar. Es esta una situación completamente extraordinaria. Médicos, enfermeras y clérigos han de facilitar que los parientes más cercanos estén junto a la persona que se está muriendo.

¿Cómo valora usted en este contexto el movimiento hospitalario, que ya constituye una gran corriente a la que se incorpora cada vez más gente que recibe una formación muy especializada para acompañar a las personas en la última fase de su vida?

El movimiento hospitalario constituye uno de los fenómenos más satisfactorios de nuestro momento. Llena un vacío. Tradicionalmente la muerte, el morir, estaba rodeado de un ritual. Todo hombre está ciertamente desamparado en esa situación, lo mismo que sus familiares. Por de pronto se encuentra en una situación sin salida. No se puede hacer nada más, y si el hombre ya no puede hacer nada se encuentra en una gran confusión. Los ritos tradicionales que rodeaban el momento de la muerte, las oraciones que se pronuncian, los ritos del entierro, todo ello contribuye a sacar al hombre de esa sensación de desamparo. No obstante, las Iglesias cristianas deben desarrollar una cultura de cercanía con la muerte en la que se tengan en cuenta las formas rituales. Mas donde esto no sea posible y donde las personas no tengan acceso a ello, desde luego el movimiento hospitalario es la mejor opción.

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