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Susanne Kummer |
La cuestión de dónde venimos y a dónde vamos ocupa una cierta cantidad de literatura científica. Dios vuelve a ser de interés, también para la ciencia de la naturaleza. ¿Sabrá ésta encontrar a Dios?
Los científicos de la naturaleza encontrarán a Dios, pero las ciencias de la naturaleza nunca. En realidad, no se han desarrollado para eso. Las ciencias se mueven en el campo de lo creado (así al menos lo llama el creyente). Sin embargo, la causa de la creación se sustrae a la observación científico-natural. No sabemos si la explosión inicial –el big bang– constituye el comienzo o se trata exclusivamente de un suceso dentro de una cadena interminable de universos en expansión que se contraen entre sí. La ciencia natural vuelve a preguntarse por el principio e intentará comprender las condiciones físicas de la explosión inicial. Quizás lo consiga, o quizás no. Ahora bien, la cuestión última de por qué existe el mundo no la puede contestar, por razones de principio.
¿Qué quiere decir con eso?
Quisiera aclararlo valiéndome de una imagen. Imagínese que está usted en el cine viendo una película sobre leones. Se ve un cachorro de león cuya madre proviene de otra madre, y así sucesivamente. La película tiene un principio y un fin. Pero el principio y el final de la historia no coinciden con el principio y el final de la película. El presupuesto de toda la historia de los leones, es decir, el proyector, no se ve. Pero la película la puedo ver sólo porque existe un proyector. Mas él no aparece en la película. La contemplación científico-natural del mundo puede describirse de modo análogo. Dios no aparece en el mundo. Él es, sin embargo, su condición, por lo que la ciencia de la naturaleza no puede dar respuesta alguna. Entiendo que no debe forzarse la mezcolanza entre teología y ciencia natural. Esto no convenció a Teilhard de Chardin ni tampoco a los fundamentalistas protestantes que toman al pie de la letra el relato de la creación. ¿Es lícito hacer todo lo que la técnica permite?

Hoy la praxis nos pone frente a la cuestión de si es lícito hacer todo lo que se puede hacer con la técnica…
Yo veo el criterio correctivo en la ética, en especial, en los derechos humanos. La propia ciencia natural no puede imponerse a sí misma limitaciones éticas. Lo que al hombre le está permitido hacer ya no es una reflexión matemática ni de tipo médico, ni siquiera de carácter científico-natural, sino una cuestión de orden ético. Ética fundamentalmente significa ajustarse a la realidad. Esto hoy significa que tenemos que asumir una nueva relación con la naturaleza, y por tanto también con nosotros mismos.
Hallar una nueva relación con la naturaleza quiere decir apartarse de la vieja. ¿En qué piensa usted al decir esto?
En la limitación de las pretensiones de la ciencia contemporánea. Su motivación primaria es el dominio de la naturaleza. Conocer algo, decía Thomas Hobbes, significa “saber lo que podemos hacer con una cosa cuando la poseemos” (to know what we can do with when we have it). En el origen de la ciencia moderna encontramos el gran pathos de la liberación del hombre: superar las fuerzas de la naturaleza con las que ésta nos domina. Este pathos ha caído en una profunda crisis, y con razón.
Pero al mismo tiempo nadie quiere renunciar a los hallazgos de las ciencias naturales en medicina y técnica…
Naturalmente que no. El reverso de la moneda es tan sólo éste: Todo lo que podemos hacer para dominar la naturaleza proviene asimismo de nuestra posibilidad de dominar al hombre. Observamos que el hombre es crecientemente sometido a manipulación. Así, su dignidad nunca se ha visto tan amenazada como ahora. Si usted me pregunta por una solución, ésta sería la siguiente: Tenemos que redefinir el puesto de las ciencias naturales lejos del cientifismo, que hoy reclama para la ciencia una falsa pretensión de totalidad. La ciencia no puede convertirse en algo “suave” –esa exigencia de los movimientos de la New Age la considero utópica– sino que como hombres, precisamente para movernos en el terreno científico, hemos de definirnos de una forma distinta a como lo hace la ciencia.

¿Cuál sería el primer paso?
Más confianza en nuestra capacidad natural de autocomprensión, y una más ajustada percepción de lo que realmente es la ciencia. La ciencia contemporánea se constituye como una investigación de las condiciones: muestra cómo funciona algo, pero no lo que es ese algo. Que algo sea en sí mismo significa que se emancipa de sus condiciones originales.
Texto completo en el enlace https://www.interrogantes.net/robert-spaemann-ninguna-ciencia-puede-dar-razon-ultima-del-mundo/ (mal editado)
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