sábado, 13 de agosto de 2016

Influencia social del cristianismo

Fragmento de la entrevista de Burkhard Haneke a Robert Spaemann publicada en la revista Politische Studien, número 372, Juli/August 2000, páginas 9-22 con el título POLITISCHE STUDIEN-Zeitgespräch mit dem Philosophen Robert Spaemann zu Fragen im Umfeld von Politik, Ethik und Christentum. Traducida en interrogantes.net con el título Robert Spaemann, “Política, ética y cristianismo”. Traducción del alemán: José María Barrio Maestre.

Katholikentag en Leipzig 2016
Profesor Spaemann, hemos abordado ya de forma muy variada las convicciones de la fe cristiana. ¿Mantiene todavía el cristianismo, las iglesias en general, influencia en las discusiones públicas, concretamente acerca de las decisiones en el campo económico y político? Hace tiempo, por ejemplo, de las Jornadas católicas (Katholikentag) salieron importantes impulsos para el Estado, la economía y la sociedad. ¿Cómo ve usted hoy esto? ¿Juega todavía el cristianismo un papel importante en la sociedad? 

Las jornadas católicas constituyen un ejemplo muy interesante para el cambio. Hasta los años cincuenta, las jornadas católicas eran encuentros de aquella generación que tuvo una influencia determinante en la sociedad, es decir, de aquella que estaba entre los 35 y 65 años. Eran verdaderos núcleos de formación de la opinión política. Por ejemplo, la cogestión empresarial fue una de las propuestas de una jornada católica que hubo en Bochum en la época de la posguerra, y luego se impuso. El catolicismo social jugó en aquella ocasión un gran papel.
Katholikentag en Leipzig 2016

Hoy las jornadas católicas son sencillamente grandes fiestas en las que la gente se reúne y agita una vez al año, y en las que se hacen las peticiones más variadas dominadas por un ambiente fuertemente clerical. Antiguamente sólo aparecía el obispo del lugar en una jornada católica, y era para celebrar una Misa. Fundamentalmente eran asunto sólo de laicos. Hoy el clero juega en las jornadas católicas un papel mucho mayor que el que tenía antes. Incluso aparece el presidente de la Conferencia Episcopal. Pero de estas jornadas no sale un impulso mayor que antes. Se debate predominantemente lo mismo que en todas partes, temas de moda y muchas cuestiones internas de la Iglesia. Pero en ellas no se encuentra nada parecido a la formación de una conciencia o voluntad común.

El influjo de la religión permanece, pero en el oeste y el centro de Europa está en franca retirada. Esto en primer lugar es simplemente la consecuencia de la disminución del número de creyentes. Sin embargo, también es el resultado de una exagerada tendencia a la adaptación por parte de las iglesias, que dicen preferentemente cosas que ya han dicho otros, lo que les hace creer que les reportará el aplauso de al menos una parte importante de los no creyentes. Esto se puede comprender porque la pretensión de influir en economía y en política sólo tiene sentido si se puede contar con alguna probabilidad de éxito. Las elecciones políticas no son actos confesionales, sino actos políticos con los cuales se quiere conseguir algo.
Cardenal Hermann Volk

Otra cuestión completamente distinta es el anuncio de la fe. Éste se sitúa bajo el lema “oportuna e inoportunamente”. Tiene que acoger el contenido completo de la fe, no una selección hecha “a la carta”. En efecto, con ese anuncio la Iglesia no pretende hacerse más simpática, sino seguir transmitiendo aquello que le fue confiado. Por lo demás, sólo así puede continuar siendo apreciada.La fe a medias –me dijo una vez hace bastantes años, el antiguo Obispo de Maguncia, Cardenal Volk– es mucho más difícil de transmitir que la fe entera”, ya que aquella es mucho menos coherente, y al presentarse en forma fragmentaria pierde mucho en fuerza de persuasión. Recuerdo a este propósito una preciosa cita de Nicolás Gómez Dávila: “A una Iglesia que no vuelve la espalda al mundo, éste le da la espalda”.

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