La palabra
latina persona –lo mismo que el
análogo concepto griego prosopon-
pertenece en principio al mundo del teatro, y significa el papel, como algo
diferente del que lo interpreta, equivalente al concepto actual de «los personajes
y sus intérpretes». «Persona» era en principio simplemente la máscara a través
de la que resonaba la voz del actor. Después, en sentido figurado, pasó a
significar el rol en la sociedad, el estatus social. Tras ese rol, como su
supuesto soporte, se halla siempre una «naturaleza» humana. «Persona» es, en
este contexto, lo secundario, lo puesto, una segunda identidad. (1)
Para entender el
cambio de perspectiva, por cuya virtud se denomina «persona» al ser que se
conduce con su naturaleza como con un rol, es preciso tener presente la función
que el concepto de persona desempeñó en la interpretación especulativa de la doctrina cristiana en los primeros
siglos después de Cristo. Por dos veces sirvió el concepto para resolver
paradojas, que resultaban del intento de expresar conceptualmente expresiones
del Nuevo Testamento y la interpretación de la Iglesia. Una de ellas la que se
refiere a la doctrina trinitaria de Dios: «una naturaleza divina y tres
personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo)», la otra respecto a Jesucristo: «dos
naturalezas (divina y humana) en una persona». (2)
Boecio |
En el siglo VI,
en el contexto de una controversia cristológica, uno de los cuatro significados
que Boecio enumera del término «natura» indica que designa no la cosa concreta,
sino la forma general o esencia, mediante la cual se determina la diferencia
específica de un tipo de substancias respecto a todas las demás. Dicho
significado le sirve para definir el concepto de persona, según la cual la
personalidad es el modo específico de las naturalezas racionales de concretarse
individualmente. Persona est naturae
rationabilis individua substantia
(substancia
individual de naturaleza racional) (3) .
El sentido primero de la definición de
Boecio es ontológico. La naturaleza racional existe como identidad. Eso
significa que el individuo que existe así no se puede describir adecuadamente,
su denominación no puede ser substituida por ninguna descripción. La persona es alguien, no algo. (4)
(1)
Ver Robert Spaemann: Personas. Acerca de
la distinción entre algo y alguien – Eunsa – Por qué llamamos «personas» a
las personas. III, páginas 41 a
43.
(2)
Ver Robert Spaemann: Personas. Acerca de
la distinción entre algo y alguien – Eunsa – Por qué llamamos «personas» a
las personas. IV, páginas 43 a
47
(3) Boethius: Liber
de persona et duabus naturis, contra Eutychen et Nestorium ML, LXIV, 1343
(4)
Ver Robert Spaemann: Personas. Acerca de
la distinción entre algo y alguien – Eunsa – Por qué llamamos «personas» a
las personas. IV, página 47 y V, página 48)
Continúa
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