lunes, 7 de diciembre de 2015

El perdón* (1)

«Despertar a la realidad» es más que una metáfora. El movimiento del sueño a la conciencia despierta se repite en el nacer de la benevolencia como razón existencial, y se consuma en ella.

Buda Gautama
La imagen del despertar al movimiento esencial del hombre a la verdad proviene de Gautama Buda (1). Quien piensa el despertar al modo de Buda puede pensar también su última perfección, pues para él la consumación del despertar es extinguirse: La esencia de la individualidad, del «existente», es impulso. La completa extinción del impulso es la extinción de la individualidad y del existente.

El perfectamente despierto, Buda, es aquel que al morir llega al fin de modo radical y efectivo, puesto que la muerte hace desaparecer exclusivamente lo que ya había dejado de existir: la apariencia.

Buda es el «sublime», pues ha vencido la perspectividad y centralidad propia de la vida. Justamente por ello se reúnen alrededor de él dioses y hombres. Él se convierte en el centro, pues en él está presente la verdad, es decir, la nada.

Un Buda moribundo habla ásperamente a un monje que se halla ante él para abanicarle, pues impide que los dioses presentes puedan dirigir la vista sobre él, el perfecto.

*Robert Spaemann: Felicidad y benevolencia ‘1989’ (Glück und Wohlwollen) – Ediciones Rialp ‘1991’ - Segunda parte. Perdón. Página 270
(1) Sidarta Gautama, más conocido como Buda Gautama, Sakiamuni, o simplemente el Buda, fue un sabio en cuyas enseñanzas se fundó el Budismo. Nació en la ya desaparecida república Sakia en las estribaciones del Himalaya. Enseñó principalmente en el noroeste de la India. (es.wikipedia.org/wiki/Buda_Gautama)

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