jueves, 26 de noviembre de 2015

Benevolencia* (1)

En Ser y tiempo Heidegger ha desarrollado la tesis de que todo humano estar-en-el-mundo se halla envuelto en una estructura fundamental de inquietud, por cuya virtud tanto nosotros mismos como nuestro propio poder se encuentran esencialmente en juego. Sólo en este contexto tienen valor las cosas.

Que el existente despierte y se descubra a sí mismo como fundamento de todo valor significa este doble descubrimiento: que el existente no es un caso particular y que no puede ser concebido a partir de un motivo determinado. Este descubrimiento se manifiesta como intranquilidad y miedo. (1)

El hecho de estar jugándose algo es una manifestación de la trascendencia volitiva del ser humano. Esta trascendencia supone que el ser humano es capaz de salir de aquella perspectiva cuyo horizonte se encuentra marcado por el instinto, es decir, la centralidad de su propia vida natural.

Al abandonar la centralidad, el ser humano se siente capaz de relativizar la propia vida, es decir, despierta a la realidad. En este despertar del ser humano se descubre a sí mismo y descubre al otro. Es más, se da cuenta que puede formar parte del entorno del otro, ser el otro del otro.

Dirigirse a lo que es conveniente para el otro, es decir, lo que satisface su propia trascendencia volitiva, es lo que llamamos benevolencia. (2).

*Concepto desarrollado en Robert Spaemann, Felicidad y benevolencia (1989), Ediciones Rialp (1991), Segunda parte. Benevolencia. Páginas 146 a 164
(1) Robert Spaemann, Felicidad y benevolencia, obra citada, Benevolencia, I, página 147.
(2) Robert Spaemann, Felicidad y benevolencia, Benevolencia, II, página 152.


No hay comentarios:

Publicar un comentario