Vivir rectamente significa hacer
justicia a la realidad, objetivar nuestros intereses, formarlos a través del
contenido valioso de la realidad (1).
La
educación debe permitir al ser humano capaz de librarse de la sensación del
momento, capaz de hacer lo que quiera. Debe aprender a conducir su vida. Es
tarea de la formación esclarecer el contenido valioso de la realidad, formar
los diversos intereses objetivos. Esta objetivación significa en primer lugar sujetarlos
a una medida común, compararlos entre sí, sólo de esta manera será posible
ponerse de acuerdo con uno mismo y con los otros respecto de los intereses en
conflicto (2).
Ante
todo, la realidad a la que debemos hacer justicia son, en primer lugar, los
demás hombres. El ser humano necesita de los demás. Al comunicarse con ellos
desarrolla el lenguaje, los pensamientos y los sentimientos. Mediante el
lenguaje se le desvela riqueza de la realidad y de la relación con los demás se
aprende lo que es recto.
Nadie
puede vivir sin dar a su actuación, a su comportamiento, un sentido que sea
comprensible hasta cierto punto por los demás, susceptible de aprobación, de
justificación, precisamente frente a los que son afectados por las
consecuencias de nuestras acciones.
En
este contexto se denomina justicia a la disposición a someter la propia
actuación a esa medida o norma justificativa. (3)
(1) Robert
Spaemann. Etica: cuestiones fundamentales, Eunsa, IV. Justicia o yo y
los otros. Página 59
(2) Ver Robert
Spaemann. Etica: cuestiones fundamentales, obra citada, páginas 59 y 60.
(3) Ver Robert Spaemann. Etica:
cuestiones fundamentales, obra citada, página 60.
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