Las reacciones ante el dualismo
edemonismo-universalismo hacen patente la existencia de dos fuentes de
orientación de la vida moral que siguen con independencia su camino.
La primera es resignada. Se da por satisfecha con la
existencia de dos fuentes de orientación de la vida moral independientes e
irreductibles entre sí. Esto significa renunciar a la ética filosófica.
La segunda consiste en el intento de establecer una
ordenación jerárquica entre ambos principios, a fin de lograr integrar uno de
ellos en el otro. (1)
El eudemonismo conduce sólo a reglas prudenciales
hipotéticas que hacen desaparecer la incondicionalidad de lo moral. Ni las
reglas, ni los imperativos, ni las representaciones de la felicidad son en
ningún caso lo primero, sino que son percepciones que suponen la existencia de
alguien capaz de tenerlas. La percepción que convierte al ser humano en verdadero
ser humano es la percepción del ser.
No hay ética sin metafísica. Ontología y ética se
constituyen uno en virtud de la intuición del ser –propio y de los demás- como
identidad. (2)
"Emmanuel Lévinas "entiende ser como objetualidad... la epifania del otro procede de un más allá del ser" (Felicidad y benevolencia, p.27) |
(1) Ver Robert Spaemann, Felicidad y benevolencia,
obra citada, páginas 26 y 27
(2) Ver Robert Spaemann, Felicidad
y benevolencia, obra citada, páginas 27 y 28.
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