lunes, 16 de noviembre de 2015

La conciencia (3)

La conciencia es la mirada que el hombre dirige al bien, pero el ojo no puede verse a sí mismo. Debemos seguir aquello que nos parece ver (1). Es en el ser humano el órgano del bien y del mal; pero no es un oráculo. Nos marca la dirección, nos permite superar las perspectivas de nuestro egoísmo y mirar lo universal, lo que es recto en sí mismo. Pero, para poder verlo, necesita de la reflexión de un conocimiento real que también sea moral, y eso significa que necesita una idea recta de la jerarquía de valores que no esté deformada por la ideología. (2)

Aun así, se puede actuar contra lo que dicta la conciencia. ¿Quiere decir esto que a menudo hay conflicto entre lo que deseamos de verdad y lo que intuimos que habría que hacer?
No es así, sino que hay otro elemento a tener en cuenta: la voluntad. La conciencia es una exigencia de cada uno consigo mismo. (3) Una conciencia bien formada, delicada y sensible, es característica de un hombre interiormente libre y sincero, pero en la conciencia se pueden reflejar algunas enfermedades. Una de ellas es la escrupulosidad que, en vez de contemplar lo bueno y lo recto, uno se contempla siempre a sí mismo y observa con angustia cada uno de sus propios pasos. Por otro lado se encuentra la laxitud de quien casi nunca se siente culpable de nada, incapacitándolo para cualquier posibilidad de mejora.

La mala conciencia debe ser una señal que nos alerte de un comportamiento que nos perjudica al oponerse al propio ser y la realidad. La revisión de esta actitud es lo que se llama arrepentimiento, que no debe consistir en hurgar sin sentido en el pasado, sino tratar de hacerlo mejor en el futuro.

Muchas veces, esto supondrá un cambio de actitud que suele afectar emocionalmente, se siente dolor por haber actuado injustamente. (4)

(1)Ver Robert Spaemann. Etica: cuestiones fundamentales, VII. Lo absoluto o ¿qué convierte una acción en buena? página 99.
(2) Ver Robert Spaemann. Etica: cuestiones fundamentales, VI. El individuo o ¿hay que seguir siempre la conciencia?, página 94
(3) Ver Robert Spaemann. Etica: cuestiones fundamentales, VI. El individuo o ¿hay que seguir siempre la conciencia?, página 87
(4) Ver Robert Spaemann. Etica: cuestiones fundamentales, VI. El individuo o ¿hay que seguir siempre la conciencia?, páginas 92 i 93.


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