domingo, 1 de noviembre de 2015

La ética filosófica* (1)

Sócrates
Comenta Spaemann que en sus inicios nos encontramos con Sócrates, que dice de sí mismo que sólo sabe que nada sabe. A nadie dice lo que debe o no debe hacer, sino que lleva a la gente a entrar en discusión acerca de las opiniones morales que ha heredado. De este modo, resultaría natural entender la ética filosófica como una objetivación científica de las concepciones existentes acerca de qué es lo bueno y lo malo, como un análisis de las ideas morales y del uso moral del lenguaje, como una clasificación de concepciones y tradiciones morales diversas bajo puntos de vista sociológicos, psicológicos o lógicos.

Añade que desde siempre la ética filosófica ha sido otra cosa. En la medida en que los filósofos hablaban sobre lo que antes de ellos y con independencia de ellos se creía, sabía, pensaba y decía sobre la vida buena y recta. Además siempre se han implicado en el debate sobre la cosa misma. No eran únicamente espectadores de la «comedia humana», sino participantes también.

Sócrates no hizo una tipología de las respuestas que obtenía en sus entrevistas, sino que quería descubrir la verdad. Desde entonces los filósofos siempre han mantenido un diálogo permanente, crítico -es decir, reflexivo- sobre las opiniones existentes. Y a ese diálogo se le denomina ética filosófica o filosofía moral, que presupone siempre la experiencia moral.

Al reflexionar unimos nuestras experiencias y conocimientos o descubrimos una unidad subyacente a ambos. Esta unidad arroja una nueva luz sobre lo que ya sabíamos, lo entendemos mejor. Esta comprensión no deja lo comprendido intacto; pues lo comprendido no es un objeto exterior, sino que era ya un comportamiento inteligente hacia el mundo y hacia nosotros mismos.

En la reflexión filosófica nos instruimos a nosotros mismos sobre nosotros mismos. Y en cuanto instruidos no somos ya los mismos. Así pues, la ética filosófica no deja tal cual es aquello sobre lo que reflexiona. Se implica.

La reflexión filosófica apunta a la unidad en un triple sentido:
l. Intenta que nuestros propios sentimientos, experiencias y juicios morales, en un principio a menudo dispares, formen un conjunto coherente; intenta hacerlos mutuamente útiles para su comprensión.
2. Trata de poner en conexión los sentimientos, experiencias y juicios morales de diferentes hombres de distintas épocas y culturas para calibrarlos, relacionarlos y compararlos entre sí.
3. Trata de comprender los fenómenos morales, que tienen que ver con las palabras bueno y malo, como algo que tiene su origen en un fundamento común, y trata de identificar dicho fundamento.

Estos tres puntos se desarrollan en la entrada siguiente.

*Ver Robert Spaemann: Límites. Acerca de la dimensión ética del actuar (2001), Eiunsa (2003), ¿Qué es la ética filosófica? páginas 19 a 27.


Continúa en la siguiente entrada


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